Sólo en sus brazos alcanzas tus metas.

Durante las Olimpiadas de Verano de 1992, un joven corredor estadounidense de larga distancia,

Derrick Redmond, corría al frente de su grupo muy dispuesto a ganar la carrera.

Súbitamente, en la vuelta final, se le paralizó un tendón de la pierna. Cayó al piso en agonía y sus compañeros lo esquivaron mientras lo pasaban.