Aquel que sufre no espera sólo nuestros consejos o nuestros buenos deseos. Sencillamente necesita un hombro sobre el cual llorar, una mirada que preste atención y dos oídos dispuestos a escuchar.

Alguien, en definitiva, que traspase la estructura de las frases hechas y con su propia vida exprese: aquí estoy, te acompaño, puedes contar conmigo.

Muy cerca de ti quizás hay alguien que necesita solo un hombro para llorar.

Las palabras amables son como la miel: endulzan la vida y sanan el cuerpo (Proverbios  16:24).

Proverbios 17:22
El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos.

Proverbios 15:13
El corazón gozoso alegra el rostro, pero en la tristeza del corazón se quebranta el espíritu.

Proverbios 18:14
El espíritu del hombre puede soportar su enfermedad, pero el espíritu quebrantado, ¿quién lo puede sobrellevar?