Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo; (Colosences 2:16 LBLA)

“Nadie” – Toda carta escrita por Pablo encaja en el contexto cultural de la audiencia a quién la dirigió. El primer principio de interpretación bíblica es el de determinar el contexto cultural.

A menos que conozcamos lo que entendió la audiencia original, nuestra inclinación natural nos asegura que leeremos el texto desde nuestra propia apreciación cultural, y eso provocará casi de cierto cualquier tipo de problemas. Este verso es un ejemplo clásico de leer el mensaje como si se escribió ayer, no dos mil años atrás a un cuerpo de creyentes específicos quienes luchaban con temas en una ciudad de Turquía.

¿Qué sabemos de estos creyentes? Bien, sabemos que eran seguidores de YHWH. Sabemos que comprendían muy bien las Escrituras (lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento). Sabemos que había gentiles prosélitos en este grupo.

Sabemos que creían que Jesús era el Mesías. Y sabemos que había en la ciudad quienes los acusaban de fanatismo religioso. Con todo esto en mente, intentemos leer el versículo de nuevo.

Pablo dice que los discípulos en Colosas no permitían que nadie (griego: me tis humas) actuara como juez. La construcción es importante. La primera palabra (me) es la palabra griega para el condicional no. Esta no es ou, una palabra que también significa no pero sin condicionantes. “Me” se utilizaría en una oración como “Quizás no logre ir al almuerzo.” “Ou” se usaría en “No romperé el mandamiento.”

Así que Pablo dice a sus lectores que no permitan que algo suceda como resultado de las circunstancias presentes.  En otras palabras, no permitas que las circunstancias de tu situación te provoquen juicio.

¿Quién emitiría tal juicio? Bien, Pablo utiliza el griego “tis humas”. Esto es literalmente, “alguien o cualquiera (pronombre personal en segunda persona).” Ah, esto significa alguien que conoces. No solo un conocido o alguien que te es familiar. No permitas que nadie con una relación familiar contigo se convierta en tu juez.

OK, ¿juzgar sobre qué? Bien, ahora vemos la verdadera preocupación. Todas las cosas que señala Pablo aquí son parte de la observancia a la Torá. Lo que comes o bebes, los festivales que celebras, los calendarios que sigues (el calendario hebreo es lunar, no solar) y guardar el Sábado todos surgen del libro de instrucciones de vida de Dios. Pablo dice a sus lectores en ésta ciudad pagana: “No permitas que nadie que conoces se levante en juicio sobre ti con respecto a guardar las instrucciones.”

Hm, no es así como leemos éste versículo hoy día, ¿no es cierto? Lo leemos al revés.  En vez de ver que Pablo defiende a los creyentes que guardan la Torá, nos afiliamos a los paganos y decimos que Pablo aboga a favor de quienes intentaban eliminar la observancia a la Torá. Eso era imposible desde la perspectiva de Pablo. Observó la Torá toda su vida. Lo dice en muchas ocasiones. Hasta cumple un voto ritual proclamando su favor de la Torá.

¿Por qué habría de unirse a los paganos que arguyen que no es importante obedecer la Palabra de Dios? No, leemos este versículo desde la perspectiva pagana. Nosotros acusamos, no defendemos. Pablo pudo incluirnos en la categoría de “nadie” pues somos los jueces que juzgamos a quienes guardan la Torá.  Quizás es hora de leer este versículo en la dirección adecuada.

Dr. Skip Moen,
www.SkipMoen.com