“Por medio de estas cosas nos ha dado sus promesas, que son muy grandes y de mucho valor, para que por ellas lleguen ustedes a tener parte en la naturaleza de Dios y escapen de la corrupción que los malos deseos han traído al mundo” II Pedro 1:4

Hoy recuerdo una anécdota que una vez leí y me hizo reflexionar.  Una pobre y anciana viuda que vivía en las regiones altas de Escocia, fue visitada por un gentil caballero, quién escuchó que ella se encontraba en gran necesidad.  La anciana señora se quejó de su condición y resaltó el hecho de que su hijo estaba en Australia y que vivía bien.  El visitante le dijo: “Pero él no la ayuda a usted?.  No, en nada, replicó ella.  Él me escribe regularmente una vez al mes, pero solo me envía una pequeña pintura con su carta.  El gentil hombre le pidió que le mostrara esas pinturas que ella había recibido y encontró que cada una de ellas eran pinturas muy valiosas y de gran calidad .

Esta es la condición de muchos hijos de Dios. La Biblia dice que él nos ha dado preciosas y grandísimas promesas   y sin embargo cuantas veces las ignoran.  Se que muchas veces he vivido como esta anciana viuda que recibía cartas con pinturas  y sin embargo ella estaba pasando necesidad.  Muchas veces que he abierto la más grande y hermosa carta que ser humano ha recibido, la carta de amor del Padre, las Sagradas Escrituras y no he apreciado la hermosa pintura que junto con esa carta de amor, el me ha enviado.  La pintura de las preciosas y grandísimas promesas y por no apreciarlas vivo en gran necesidad. 

Muchas veces he ignorado las maravillosas pinturas que el Padre me ha enviado, pinturas de gozo y descanso.  Pinturas de paz y de tranquilidad.  Pinturas que presentan su gloria en todo su esplendor  y majestuosidad y por no apreciarlas camino por el valle de la desesperación y de la angustia.  Sus promesas me sostienen y me hablan claramente de sus planes y propósitos para mi vida.  Hoy quiero apreciar estas promesas y ver en ellas la bondad, la misericordia y la grandeza del amor que excede a todo conocimiento.  Si hoy aprecio estas promesas veré la manera tan especial como podré ser levantado de mi triste condición de tristeza y auto – conmiseración a un nivel de gracia, amor y alegría.

Señor, Gracias por tu misericordia y poder.  Gracias por las promesas tan dulces y especiales que me has dado en tu palabra.  Esa tu gloriosa palabra no llega sola a mi vida, pues ella trae para mi las pinturas más hermosas de tu bondad, paz, descanso y tranquilidad.  Ayúdame hoy a apreciar tu grandeza y tu bondad.  Sosténme con el poder de tu fuerza y  guíame por el sendero de tu dirección.  Que hoy no pierda de vista la pintura de tu gloria la cuál proyecta para mi el ambiente de paz y tranquilidad que tanto hoy necesito.  Gracias Señor por tu misericordia. Amén.

Dr. Serafìn Contreras Galeano.
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