Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien resucitó Jesús de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjuagó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.

En esta escena vemos que: Marta servía la comida, pero esta vez no tenía la distracción, el afán y la frustración que había experimentado antes; podemos pensar que había dejado que Cristo gobernara y controlara su vida. Marta representa nuestro servicio a Cristo. Cuando decidimos servirle al Señor, lo hacemos confiando en que él tiene el control de todo y disfrutamos el privilegio y honor de servirle a Él y a todo aquel que nos rodea.

Lázaro, sentado en la mesa con Jesús, después de haber sido resucitado entre los muertos, preparó junto a sus hermanas una cena, como muestra de gratitud a aquel que le había devuelto la vida. Lázaro representa, nuestro andar y testimonio como hijos de Dios. Cuando Jesús llega a nuestra vida, nos levanta de nuestra muerte espiritual, quita todo aquello que nos permite avanzar, corre el velo que no nos permite ver con claridad su amor y nos da libertad para seguirle. Si tenemos un corazón agradecido, andaremos en una nueva vida, como sus hijos y dispuestos a estar siempre a su lado.

María por su parte, representa la adoración a Dios; (En los evangelios siempre se le ve a los pies de Jesús).Ella dio lo mejor; lo dio con generosidad; lo dio a pesar de las críticas y lo dio con todo su amor, de tal manera que la fragancia llenó todo el lugar. Que hermoso el lugar que siempre supo ocupar María, siempre postrada a los pies de Jesús, mostrándole adoración y entrega. Con su actitud también le mostró a Jesús, cuan necesitada estaba de su dulce presencia.

Por lo anterior, podríamos preguntarnos ¿Cuál es el lugar que estoy ocupando en el Reino de Dios? ¿Será el lugar que ocupó María? ¿El de Lázaro o el de Marta?. Es importante resaltar, que sin adoración a Dios, no podemos servirle con alegría, y que esto lo logramos si realmente pasamos de muerte a vida. Si permitimos que Jesús entre en nuestro corazón y nos de una nueva vida, entonces lograremos adorarle y servirle en todo tiempo, no por compromiso sino por Honra a su nombre y gratitud por su gran amor.

¡Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios, seremos saciados del bien de tu casa..!

Ana de Arcia