Muchas mujeres se han sentido esclavas de las circunstancias, eventos o personas aún cuando lo que las rodea pudiera ser un palacio, otras viviendo en circunstancias de conflicto y escasez se han sentido reinas. Todo depende de lo que hay dentro.

La Biblia , en el Libro de Esther en el Antiguo Testamento nos habla de dos mujeres que vivieron en el mismo palacio y fueron mujeres del mismo rey, la una era reina y la otra era esclava. La reina Vasti se sintió y actuó como esclava y terminó siendo excluida del reino y separada de sus oportunidades. La otra, Esther, era una mujer al servicio del Rey, pero ella se sintió reina y finalmente llegó a serlo, al punto que todo un pueblo fue librado de la muerte por la actitud de esta mujer. El libro de Ester nos narra toda esa experiencia.

Necesitamos aprender de la devoción, la sensibilidad, la perseverancia, la consistencia y la entrega de muchas mujeres, como aquella Esther. Regularmente las mujeres cuando toman una visión y la pasión se apodera de su corazón pocas cosas las detienen.

Liderazgo MujerHay en ellas esa fibra de madre que daría su vida misma por un hijo que envuelve todo lo que apasiona a una mujer. He visto mujeres en el liderazgo tan aferradas a su pasión que nada las detiene. Esther Dávila, una pastora nicaragüense que conocí, fue una de ellas.

¿Quién fue Esther Dávila?

Ella empezó su relación con Jesucristo en el año 1966. Su esposo la había abandonado con sus tres niños entre los 5 a 8 años de edad. Abrazó la fe en Jesucristo con entrega profunda y no se conformó con ser una simple espectadora. Comenzó su trabajo de evangelización por las calles de San Marcos, Carazo, muy pronto el liderazgo de la Iglesia Cuadrangular de Nicaragua vio en ella un potencial profundo y la enviaron a pastorear una pequeña congregación en San Marcos. Sirvió en el pastorado por más de 20 años.

Esther sirvió al Señor en Nicaragua en el tiempo de la guerra civil de 1978 a 1986 con una llama evangelizadora en medio de limitaciones increíbles y escasez. Para Nicaragua esa fue una época de crisis política y social durante la cual aún la Iglesia Cristiana sufrió persecución en los inicios de la guerra civil y muchos experimentaron serias pérdidas.

Esther Dávila sin involucrase en aspectos políticos se convirtió en un agente de cambio rescatando vidas íntegras y luego entrenándolas para el ministerio. Esther abrió cerca de diecisiete iglesias en el departamento de Carazo. Formó a más de veinte hombres para el pastorado, muchos de ellos hoy son líderes en Nicaragua. Nada la detuvo.

La característica particular de su ministerio era la evangelización de comunidades enteras. Movilizaba su iglesia algunos sábados al mes y mientras unos evangelizaban algunas mujeres cocinaban para alimentar a los evangelizadores, al final del día de evangelización escogía una de las casas que se habían mostrado receptiva al evangelio y pedía a la familia que le permitieran tener un culto semanal allí, aún cuando no se hubiesen convertido.

Si la familia consentía en hacerlo, ella escogía a uno de los jóvenes que iba con ella y lo nombraba de una vez pastor de esa iglesia, (aunque no había iglesia), pero ella así lo veía y luego los seguía entrenando y desafiando, hasta que la gente que se convertía en los próximos meses se añadía a la congregación.

Juan Mercado fue uno de esos jóvenes. Ella lo había ganado para Cristo en un bar. Ella entraba a los bares donde Juan estaba tomando cerveza y se sentaba con él en la mesa mientras él tomaba cerveza y allí lo evangelizaba. Juan se entregó al Señor y al correr el tiempo, ella lo nombró pastor en una comunidad que evangelizaron. Poco tiempo después, Juan Mercado regresó del lugar que ella le había asignado con su maleta en la mano.

Esther le preguntó que para dónde iba. Él le respondió, «yo no sirvo para eso. Renuncio y regreso a mi casa, vengo a decirle que me vine del lugar donde usted me dejó» Esther, con autoridad le dijo: «Juan, NO sea cobarde, regrese al lugar donde lo dejé. Yo soy una mujer y nunca he huido de los retos que Dios me ha dado. Regrese y siga en donde lo dejé. Juan Mercado regresó sumiso al lugar y finalmente se fundó una iglesia en esa comunidad. Hoy, Juan Mercado es un líder Nacional en Nicaragua.

Gracias a Dios Esther fue muy respetada por el liderazgo y la Iglesia de Nicaragua y no tuvo oposición por ser líder. Aún recuerdo cuando recién llegué a Nicaragua a trabajar y ella era Supervisora de Región y parte de la Directiva Nacional. Llegaban cartas de pastores solicitando dinero a la Directiva Nacional para construir locales o poner techo y ella cuando se leían esas cartas decía: «No entiendo a estos hombres… Yo he construido varios locales en tiempo de guerra sin pedirle dinero a nadie y estos solo piden y piden, en vez de depender de Dios. Si Dios nos llamó él nos provee.»

Esther capacitaba a sus líderes con lo más básico que uno puede pensar. Aunque no era una capacitación profunda, si era un entrenamiento de fe, dependencia en Dios, visión, fuego evangelizador y proyección.
Su relación con los pastores veteranos fue de mucho respeto aunque ella misma era en sí una veterana.

El día que asistí a su funeral le dije a los presentes, Nicaragua necesita por lo menos 20 hombres con la fibra y el corazón que tuvo Esther para hacer lo que ella quiso hacer y no pudo. Los hombres necesitamos aprender del corazón de las mujeres de fe, visión y desafío.

Sé que Esther Dávila entendió que Dios tenía planes para ella y un propósito claro, y fue precisamente en ese sendero que ella caminó. Ese propósito divino para ella fue la llama que la mantuvo en constante relación con Dios y con sus discípulos. Sencilla, sin educación y pobre pero con una visión amplia y un corazón lleno de pasión por la gente. Ese es el legado que Esther Dávila dejó para los muchos líderes que hoy son instrumentos de Dios en Nicaragua. Ellos aún la recuerdan como la mujer que los desafío y los envió a la mies con las manos vacías pero con el corazón lleno de pasión. Hoy, ellos sirven a Dios como pastores trayendo con regocijo las gavillas.

Sé que un día ella nos esperará en el cielo y recibirá a sus discípulos para decirles: «Lo hiciste bien, ven conmigo y esperemos que el Príncipe de los Pastores te diga: “Ven buen siervo fiel… en lo poco haz sido fiel en lo mucho te pondré”.» y quizás cada uno de ellos con lágrimas en los ojos le diga: «Pero hermana Esther… venga conmigo, porque sólo soy una extensión de tu vida y ministerio.»

He pedido a mi esposa Alva, que ella nos comparta como mujer lo que ella captó en Esther Dávila las veces que ella tuvo la oportunidad de ministrar con ella.

Alva de Contreras: “Esther Dávila, mujer que admiré, aún cuando ahora no está en esta tierra con nosotros. Estuve a su lado en varias ocasiones, y como mujer puedo decir que enfrentó momentos de soledad, escasez, tristezas, luchando sola por levantar a sus hijos, y no recibiendo el apoyo que una mujer necesita de un hombre en su área emocional, espiritual y física, y derramando lágrimas por aquellas ovejas rebeldes de su congregación.

Tuve la oportunidad de orar con ella y por ella, y aunque no poseía aquellas cosas que toda mujer anhela tener en su hogar, ella siempre tuvo un lugar en su rancho y un plato de comida para los que la visitaban. Como mujer puedo decir que ella supo depender de Dios y esperar en Él a pesar de las vicisitudes que enfrentó y amó a Dios hasta el final. Su mayor preocupación, no fue vestir elegante, figurar entre las gentes, ni llevar atuendos femeninos, ni tener un lenguaje sofisticado, FUE: AMAR A DIOS POR ENCIMA DE TODO Y LLEVAR A LA GENTE A CONOCERLO A EL.

Fue incansable, aún en su lecho de enfermedad, la escuché alabar a Dios por todo, y testificar de la manera milagrosa como Dios le proveía para todas sus necesidades. Pude experimentar el amor de Dios a través de ella cada vez que estuve en su iglesia ministrando y compartiendo personalmente con ella”.

Quiera Dios que vivamos de tal manera que la visión y la pasión por la gente nos abracen de la misma forma que Esther se dejó abrazar por ellas.

Quiero finalizar este artículo con algunos chispazos que resumen la pasión y la visión de una mujer como lo fue en la vida de Esther Dávila.

• Visión es una semilla plantada por Dios en el espíritu de un siervo humilde y obediente.

• Visión jamás se establece en la arena movediza del deseo egoísta del siervo, sino en el terreno sólido del Dios vivo.

• Visión es un panorama claro de lo que Dios quiere y cuando Él lo quiere.

• Los visionarios ven lo que los mediocres no ven.

• El visionario ve todo el tapiz de su vida desde el ayer, el hoy y levanta su mirada segura hacía el mañana.

• La visión de Dios nunca busca la aprobación de la mayoría, sino que se mueve en la minoría, porque son menos los que ven y muchos los que no creen.

• Líder sin visión no es líder, visión sin líder no palpita.

• Visión no siempre produce iglesias grandes e iglesias grandes no siempre tienen visión.

• Cuando la visión es bien presentada al pueblo hace desaparecer la duda y el temor.

• La Visión que viene de la mano de Dios no esta limitada ni por el espacio, ni por tiempo, ni por los recursos.

• La visión que mucho se publica termina adormeciendo la mente y el corazón del pueblo.

• La Visión no es sostenida por palabras, sino por hechos concretos y sólidos.

• La visión que no nace de Dios, entusiasma al líder y al pueblo por un tiempo, pero luego se torna tediosa y aburrida.

• La visión de Dios siempre me desnuda para luego vestirme de humildad y sencillez.

• La visión de Dios a veces la rodean los “Hosannas” y otras veces los “Crucifícale”.

• El visionario necesita estar dispuesto a ser lanzado al foso de los leones o crucificado en el monte calvario.

• Visión que solo enfatiza riqueza y dinero, es visión bancaria. Visión que enfatiza el corazón y la sencillez, es visión vicaria.

• Visión se convierte en una razón para vivir.

• Cada vez que Dios da una visión, sobran quienes quieren matarla.

• El proceso de una visión siempre tiene una etapa de muerte seguida de una resurrección.

• O vivimos en la visión, o morimos sin visión.

• Visión en el líder no es una opción, es una viva relación.

• Líder que no incorpora valores en su vida, no podrá hablar de visión, porque la columna vertebral de la visión son los valores.

Que Dios te ayude a vivir cada día en la visión que permanece porque nace directamente desde el corazón de Él.

Dr. Serafín Contreras Galeano.
www.serafincontreras.com