Toda la vida nos han dicho que necesitamos trabajar hacia algo. Ya sean buenas calificaciones o una carrera, nuestra meta siempre ha sido lograrlas y, mientras crecíamos, nos hemos preparado para perseguir el sueño. ¡Seamos honestos! Ninguna madre jamás dijo: “Querido, quiero que desperdicies tu vida observando a la hierba crecer”.

Crecí queriendo el éxito tanto como cualquiera y pensé que sabía qué significaba el término. Ahora me doy cuenta de que no tenía ni idea de lo que significaba el éxito.

Hemos definido el éxito por los empleos que tenemos, el dinero que hacemos y más aún, las cosas que poseemos nos han definido en algún momento de nuestras vidas. Todavía sigo persiguiendo el sueño pero de una manera diferente.

El éxito para mí no es lo que hago… es lo que dejo atrás.

Quiero estar firme por algo y hacer la diferencia cuando cuenta. Me doy cuenta de que el crecimiento personal no trata de mí mismo.

Soy una esposa y madre y me doy cuenta de que crezco cada día de las maneras más pequeñas. Observo a mi hija, ese milagro extraordinario con el que fui bendecida, y me viene la claridad como una bofetada al rostro. Ya no trapeo la casa pensando que soy inútil para el mundo porque no tengo un empleo que hace mucho dinero. Estoy haciendo lo que cada mamá desearía hacer: ¡ser una participante activa en la vida de mi hija! Entré en esta situación ciegamente pero no estoy ciega al respecto. Me recuerdo que soy bendecida cada día. Para mí eso es éxito.

Miro a mi esposo, cuando no me ve, y me sorprende cuánto lo amo. Nunca ha pasado un día en el que no haya aprendido algo de él. Sé que he hallado a mi alma gemela ¡y que nunca estaré sola de nuevo! Para mí, eso es éxito.

Éxito es hacer lo que uno ama hacer más. Éxito es crecimiento personal. Éxito es saber que uno no está solo en el mundo; es tener una familia amorosa y amigos. Éxito es salud, es poder hacer las cosas sencillas de la vida como ser feliz, caminar, respirar…

Sé que todavía no he acabado de aprender a ser exitosa. Mientras crezco, mi definición del éxito crecerá conmigo y está dentro de mi control definir el éxito. El éxito está en saber que no tengo que seguir los pasos de algún otro.

La vida es mi lección y soy su más humilde estudiante.

S. Jurczak, 2006: un reflejo de mi vida y su travesía
La pregunta que sirve por título al pensamiento de hoy está en los corazones de millones de personas que, desilusionadas tras perseguir espejismos por todos lados, están comenzando a detenerse y pensar. Y es que nuestra sociedad nos desafía a abrazar modelos del éxito que implican el romper con toda esperanza de ser felices, de disfrutar la vida que Dios nos ha concedido (si bien de manera breve) de este lado del cielo.

La ama de casa que escribió la reflexión de hoy merece un “¡amén!” por atreverse a expresar lo que muchas sienten por dentro pero no han podido exteriorizar. Ojalá que más de nosotros estuviésemos dispuestos a valorar la contribución de miles de mujeres que han dejado de lado carreras prometedores por darse a sí mismas como madres y esposas… sin remordimientos sino con alegría. Y en esa felicitación también incluímos a las muchas miles de mujeres que, teniendo que participar de la fuerza laboral, nunca han renunciado a sus roles de madres y esposas sino que, a costa del sacrificio personal y la ayuda de Dios, han sabido serlo. Un “hurra” por cada una de ellas y por cada uno que las valore. Adelante y que el Señor les continúe bendiciendo.

Raúl Irigoyen

Ella se ciñe de fuerza, y fortalece sus brazos.Nota que su ganancia es buena, no se apaga de noche su lámpara. Extiende sus manos a la rueca, y sus manos toman el huso. Extiende su mano al pobre, y alarga sus manos al necesitado. No tiene temor de la nieve por los de su casa, porque todos los de su casa llevan ropa escarlata. Se hace mantos para sí; su ropa es de lino fino y de púrpura. Proverbios 31:17-22.