En una ocasión, mi padre me comentó acerca de una experiencia que había sucedido en el ejército, cuando tenía encomendada la tarea de supervisar algunos regimientos dentro de su jurisdicción, como militar de alto mando.

Recién llegado a cierto destacamento ubicado en una zona montañosa, pudo observar a un soldado que realizaba guardia, en un pequeño parque o plazoleta enfrente de las oficinas centrales. Este soldado caminaba de un extremo al otro, por entre unas banquetas.
Ya en las oficinas de administración, pasado el protocolo de los saludos, mi padre le preguntó al militar encargado sobre el porqué se efectuaban guardias en la plazoleta.

La respuesta recibida fue un “no lo sabemos Señor”; por lo que se ordenó la tarea de investigar, en las actas y otros documentos, la razón por la que se había dado la orden de vigilancia permanente.

Luego de casi una semana de buscar papel por papel, libro por libro, se encontró la justificación.

Resultó que 20 años atrás, se ordenó una guardia provisoria, debido a que se habían pintado las bancas de la plazoleta y se deseaba cuidar que ninguna persona se sentase en ellas, para no mancharse con pintura…

Esta “provisoria” orden se transformó en una “tradición”. Pasaron dos décadas, para que alguien se cuestionara el porqué un soldado debía hacer guardia de extremo a extremo en una plazoleta, sin un sentido provechoso.

De esta misma manera, muchas de las creencias sociales que – supuestamente – son pilares o columnas donde se sostienen culturas, son falsos paradigmas que han menoscabado la autoestima de naciones, pueblos, familias e individuos.

La falta de plenitud en la vida del hombre “moderno”, radica en las falsas creencias que moran en la mente social y que ni siquiera se nos ocurre ponerlas en duda, ni menos escudriñarlas.

Estas falsas creencias son como lentes deformados con los que vemos las cosas. Ojos miopes que están programados mentalmente para no ver más allá de las mentiras o para percibir “lo que parece”, pero NO ES. Y esto hace que no hayan cambios; que no sucedan las transformaciones, porque hemos llegado a un punto en el cual no existe la mínima curiosidad por ver más allá y encontrar las hermosas verdades que no están ocultas; sino que florecen y se evidencian ante nuestras narices.

Del libro:Siete mentiras anti éxito.Rompienso Mitos.

Dr. Fernando Daniel Peiró

Coach Ontológico, Mentor, Autor Presidente
Red Hispanoamericana de Mentores [email protected]