He aquí, Yo Soy el SEÑOR, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí? — Jeremías 32:27

 

La oración apela a la jurisdicción todopoderosa del Señor sobre todos los cielos y sobre la tierra, y mueve Su autoridad benigna por amor de Sus hijos amados. “Señor, hágase Tu voluntad, que Tu autoridad, influencia y domino reinen, así en la tierra, como en el cielo”.

Como la pequeñita que se sienta en las piernas del gran jefe, nosotros podemos ir con nuestro Padre del cielo en cualquier momento, y en cualquier lugar, para pedirle ayuda y gracia en nuestros tiempos de necesidad .

No tenemos ni idea de lo que Él puede mover a nuestro favor: cosas que normalmente no percibimos con nuestros sentidos naturales, cosas que nunca podrían ocurrírsenos.

Opera en el terreno espiritual logrando avances en el plano natural al afectar primero las cosas en la dimensión invisible de la realidad. Nunca debemos perder de vista el hecho de que hay dos dimensiones de la realidad, dos orbes en los cuales vivimos y llevamos nuestra existencia.

El ámbito espiritual es más real que el natural. La oración trata no sólo con lo que es imposible para nosotros, sino también con lo que es invisible para nosotros. Como ya aprendimos, el universo físico fue llamado a la existencia mediante la palabra del Señor, así que, lo que sí podemos ver a nuestro alrededor “no fue hecho de cosas visibles”.

Jesús les enseñó a Sus discípulos que comenzaran sus oraciones con un simple reconocimiento de Dios como su Padre en el cielo, en la dimensión espiritual donde toda la acción se lleva a cabo. Él es el Señor de los cielos, así como Señor de la tierra.

El “eterno, inmortal, invisible” Dios , y Su hijo, Jesús, en quien “fueron creadas todas las cosas…visibles e invisibles”, nos invitan a solicitar Su intervención. Dios no está limitado por las circunstancias naturales como nosotros, y Sus respuestas a nuestras oraciones pueden fácilmente implicar que llame “a las cosas que no son, como si fueran”, como un reordenamiento de las variables naturales de nuestra situación .

Los asuntos reales de nuestra vida son espirituales, y las luchas que tenemos no son principalmente contra problemas naturales, sino espirituales .

Es por eso que hoy apelaré a la Jurisdicción de lo alto, donde Reina Dios y el decidirá por mi.

Señor, Gracias porque no importa las circunstancias que rodean mi vida, siempre tengo donde apelar y encontrar la respuesta adecuada. En el Nombre de Jesús. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
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