“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,  venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Mateo 6:9-10.

El propósito fundamental de Jesús para venir a la tierra fue ser el sacrificio de expiación que nos permite a todos nosotros ser perdonados por nuestros pecados y libertados para siempre del poder que tienen para dictarnos sentencia de muerte eterna.

Jesús sabía que la libertad sólo iba a ser alcanzada mediante Su muerte.  También sabía que después de que Él se hubiera ido, Sus discípulos permanecerían en la tierra para llevar a cabo Su ministerio de llevar esperanza y buenas nuevas a la gente. Por consiguiente, Jesús pasó mucho tiempo enseñándoles a Sus discípulos acerca del reino de Dios: el gobierno, dominio y autoridad de Dios reafirmándose en medio de este planeta en rebeldía.

Por ejemplo, explicó que la oración está esencialmente invitando a la autoridad y a la voluntad de Dios a predominar sobre cualquier circunstancia.

El Señor quiere que aprendamos cómo funciona Su reino de manera efectiva. Este es nuestro destino terrenal y la fuente de nuestra mayor satisfacción. Por esta razón, Él quiere que lo escuchemos. Él estará dándonos una tutoría cuidadosa respecto a qué hacer o decir para cambiar a las personas y las circunstancias a nuestro alrededor que estén quebrantadas. Cuando Jesús les explica a Sus discípulos la parábola del sembrador, les inculca que si “no entienden esta parábola”, no “comprenderán todas las demás parábolas [el resto de lo que Jesús dice]” .

¿Por qué? Porque esta parábola establece una de las luchas más notables que continúa en nuestro diario caminar cristiano: oír y aferrarse a las palabras de Dios. Y señala otro aspecto vital de obedecer a Dios: no sólo escuchar con cuidado todo lo que Él dice, sino aferrarnos a lo que oímos, guardándolo y custodiándolo, no sea que Sus palabras dirigidas a nosotros sean robadas o perdidas en la confusión de la vida.

¿Qué cosas hacen que se nos dificulte seguir escuchando las palabras del Señor y que nos aferremos a lo que Él dice?

Primero que todo, si realmente no escuchas lo que el Señor dice o no le pones atención, el enemigo va a arrebatar Sus palabras antes de que tengan oportunidad de entrar a lo profundo de tu corazón. Puesto que las palabras de Dios son muy pocas en comparación a todos los demás mensajes que vienen del mundo, es muy fácil pasarlas por alto o pensar que son muy insignificantes como para que hagan una gran diferencia en el resultado final de las cosas .

La oración está esencialmente invitando a la autoridad y a la voluntad de Dios a predominar sobre cualquier circunstancia.

Hoy guardaré su palabra y obedeceré porque quiero aprender a caminar en el Reino.

Señor, Dame la fuerza para sobreponerme a lo que yo quiero y empezar a hacer lo que tu quieres. En el nombre de Jesús. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.

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