Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia, — Deuteronomio 30:19

Cuando un amigo a quien se le facilita la jardinería nos dice cuáles plantas pueden crecer bien en ese rincón seco y soleado de nuestro jardín, nuestro amigo no está tratando de avergonzarnos o de señalarnos la desolación que hay en ese aspecto de nuestra vida. El amigo simplemente quiere que nuestro jardín sea lo más hermoso posible.

El Señor no sólo desea hablar con nosotros tan solo porque le gusta compartir Su vida, tal y como nosotros disfrutamos una conversación con nuestros mejores amigos y seres queridos, sino que también Él quiere darnos sugerencias cuidadosas de cómo andar en nuestro camino por la vida con el menor trauma posible y con el mayor deleite posible.

En medio de un universo peligrosamente hecho añicos que se parece a los interiores destrozados de un edificio dañado por un temblor, Dios nos da instrucciones detalladas de cómo encontrar la salida a salvo.
Dios es como un controlador de tráfico aéreo dándonos instrucciones para un aterrizaje seguro después de que descubrimos que tanto el piloto como el copiloto estaban inconscientes en la cabina y nosotros somos las únicas personas disponibles para volar el avión.

No escuchar a la torre de control tiene consecuencias que afectarán nuestra seguridad y nuestro bienestar, pero eso no tiene que interpretarse como una amenaza del controlador enfurecido. Si estás instalando en tu computadora cierto software complicado, es importante seguir las instrucciones. Y si tu amigo es el único que sabe las instrucciones para llegar al estadio, lo único que tiene sentido es poner atención a esas instrucciones. Síguelas y llegarás; no lo hagas, y no llegarás.

Dios nos habla para que podamos disfrutar una bendición que de otra forma perderíamos; pero también para evitar una consecuencia terrible que de otra forma vendría a nosotros.

Entonces, en cierto sentido, todo lo que Dios nos dice tiene consecuencias, ya sea dándonos ventajas, o poniéndonos en grandes desventajas. Él nos habla para que podamos disfrutar una bendición que de otra forma perderíamos; pero también para evitar una consecuencia terrible que de otra forma vendría a nosotros.

Es como encontrarte a ti mismo tratando de desactivar una bomba de tiempo. Todos hemos disfrutado en una película el suspenso de cuál alambre y de qué color cortar. Vivir adivinando y recordando a medias es parte de una buena trama. Pero lo que hace que una película sea buena, hace que la vida sea pésima. Tener a Dios susurrándote al oído que hacer es un privilegio.

Hoy ..se que la responsabilidad de mi vida esta en las decisiones que tomo, pero Dios está a mi lado para guiarme.

Señor, Gracias por ser Mi Guiador y mi Padre. Hoy quiero estar atento a tu Voz . Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
Disfrute Tu Diario Vivir.