Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz. Efesios 5:8 NVI.

Cuando viajamos, y la  noche nos encuentra en la ruta, perdemos la calma y estamos más atentos. Un poco más nerviosos y más inseguros. La noche y su oscuridad tienen la capacidad de estimular nuestras emociones e intranquilizarnos aun cuando todo esté funcionando bien. No vemos y no tenemos el control de lo que puede ocurrir; esto nos hace sentir indefensos.

Así vivíamos antes, a la intemperie, en la incertidumbre, en la oscuridad.  En el pasado  estábamos acostumbrados a vivir entre penumbras, y creíamos que podíamos vivir bien.

Gracias a la obra liberadora de Jesús en la cruz, tenemos acceso a vivir en la luz, esta es otra vida, bajo otro paradigma, es una nueva cultura. Aunque a veces, aun viviendo en la luz, seguimos extrañando cosas de la oscuridad. Nos parece sabroso el sabor del pecado pero es solo un engaño.

Si nos detenemos a pensar descubrimos que vivir lejos de Dios no es razonable. Simplemente si consideramos que nuestra salud mental depende de la decisión de creer en la libertad que Jesús consiguió para nosotros, entendemos que no hay nada bueno volviendo a la oscuridad sino solo locura y perdición.

¿Qué tan oscura es nuestra luz?
¿A quiénes estamos iluminando?

Señor, necesito que me ayudes a vivir cada día en la luz. Dame tu poder para deshacerme de cualquier cosa que tenga que ver con la oscuridad.

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