Una experiencia que tuve en la universidad, junto con la forma que reaccioné a ella, es típica de lo que muchos estudiantes enfrentan.

El primer día de mi primer año en la universidad, el profesor entró a la clase de historia de las civilizaciones y con energía, dijo: «La mitad de ustedes no aprobará esta clase».

¿Cuál fue mi primera reacción? ¡Miedo! Hasta entonces, nunca había tenido un fracaso en mis estudios. Y no quería empezar ahora, de manera que la primera pregunta que me hice fue: «¿Qué querrá el profesor?»

La universidad se transformó en un juego que yo quería ganar.

Recuerdo que una vez memoricé ochenta y tres fechas para un examen porque mi profesor creía que si se podían citar fechas era porque la materia se dominaba. Conseguí una A en ese examen, pero tres días más tarde, había olvidado toda la información.

Me las arreglé para evitar el fracaso que temía, pero en realidad no logré nada.

¿Qué es un fracaso?

Cuando era niño, yo creía que era un porcentaje. Menos de sesenta y nueve significaba fracaso. Setenta para arriba significaba éxito. Ese pensamiento no me ayudó.

El fracaso no es un porcentaje ni un examen. No es un hecho aislado. Es un proceso.

No estaba preparado para el fracaso.

Cuando me gradué de la universidad, lo hice entre el cinco por ciento mejor de la clase. Pero eso no quería decir nada.

Había jugado con éxito el juego de la escuela y había absorbido un montón de información. Pero no estaba preparado para lo que me esperaba más adelante.

La Vida tiene altos y bajos. Y las dos cosas son la mejor Universidad de la Vida. Esta Universidad nos prepara para el Éxito y para el Fracaso.
Lo importante es no perder ninguna lección y aplicarla de manera práctica en la vida.

Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad.
Proverbios 18:12

Los planes bien pensados: ¡pura ganancia!Los planes apresurados: ¡puro fracaso!
Proverbios 21:5