Para Dios, todos somos iguales, por lo que no somos nada ni nadie para juzgar a otros. Aceptemos a otros tal y como son, así como Dios nos acepta con todas nuestras imperfecciones.

Deuteronomio 10:17
Porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas  ni se deja sobornar.