“Cómo empezamos no determina a dónde llegamos”

Decidimos  iniciar una vida juntos. Nos encontramos,  fueron dos miradas las que se cruzaron, dos mentes que empezaron a volar y  a crear fantasías; así fue como nació el deseo de estar juntos.

Fuimos dos los que nos enamoramos. Un primer beso en donde se conjugaron  los labios de dos personas y un solo abrazo que fundió a dos cuerpos en uno.

Uno propuso y otro aceptó: Somos pareja.  Ahora ya no caminamos  distanciados; nuestras manos se entrelazan mientras recorremos trayectos como si estuviésemos  separados del suelo.

El tiempo de cada uno se dispone para crear  un espacio de  dos. En ocasiones yo dispongo y tu solo aceptas; otras veces yo me dejo llevar.

Me gustan las artes, te enseño a apreciarlas. Te acompaño en tus  deportes y te doy ánimo cuando entrenas.

Escucho de tu trabajo, de tu mundo laboral y me doy cuenta que  aún  sin  haberla vista, llego a sentir que conozco tu oficina, imagino el escritorio y a tu vecino más cercano. Tu ya me das ideas para mi nuevo proyecto, aportas nuevos caminos, otros proyectos y  te arriesgas a llevarme donde yo aún me resisto a llegar por mi  necesidad de control. Entonces compartimos mi capacidad de organizar y estructurar con tu visión e ímpetu  para ver nuevas oportunidades y arriesgarse a tomarlas.

Mi familia pregunta por ti. Tu familia  ya me quiere conocer. Finalmente, los sorteamos; navidad con unos, año nuevo con otros, cumpleaños compartidos pero siempre con escapadas de  dos. La exclusividad no está en la mesa de negocios.

Están tus amigos, yo traigo los míos y  vienen los nuevos, los que vamos conociendo en nuestro camino. Nos aseguramos  que nunca nos falten  los momentos para crear recuerdos con las personas que nos ven  crecer como pareja  y que aportan una dosis de felicidad a lo que vivimos.

Llegaron algunos conflictos. Dos pensamientos que se oponen, dos voluntades que luchan por una primacía. Prevalece la democracia;  los dos ganamos y los dos perdemos; en algo negociamos y llegamos a un punto medio.  A veces yo he cedido; otras veces tú  evades; cuando  el conflicto lo permite no pasa de un simple malentendido.

¿En qué termina la historia? …

Posibilidad # 1

Se nos olvidó que éramos dos y tratamos de ser uno solo, por lo que uno decidió anularse, para que prevaleciera el pensamiento del otro; aún y cuando en ocasiones  no compartimos lo que sentimos.

Se perdió la posibilidad de elegir, de tomar decisiones,  ahora  solo uno  cree que debe de tomarlas, asumiendo también sobre sus espaldas un peso insostenible.

Perdí la posibilidad de  llevar mis tiempos, de practicar mis intereses; ahora debo contar con la aprobación de otro que me permita  ser.

Debo dar explicaciones en lugar de expresar mi posición.

Las familias entraron en disputas y quedamos en medio. Tuve que aceptar lo que no me gusta, o hay peligro de que  se pierda el contacto con una de las familias… Mi mamá o mi suegro tienen voz y voto en los conflictos de a dos.

Dejé de ser parte de tu grupo de amigos y perdí mi grupo de amigas. Ahora los temas de compartir se dividieron y se limitaron.

El enojo hizo que dejáramos de besarnos y de abrazarnos. Aunque aparentamos ser uno; en realidad somos  dos personas muy distantes. Estamos más cerca del enojo y del resentimiento, nos separan los silencios.

Finalmente, llegamos a un punto en el que cuando nuestras miradas se cruzan, nuestros deseos se distancian.

Posibilidad # 2

Aunque somos pareja, promovemos la relación basada en el respeto por los intereses comunes, sin perder de vista  la individualidad. Como persona no me perdí en mi pareja,  ni en mi relación.

Decidimos tener: lo suyo y  lo mío; trabajando en   construir y compartir lo de los dos.

Propiciamos las decisiones en conjunto y  tomamos en consideración la opinión del otro antes de  manifestar una postura.

Hay lugar para los desacuerdos, porque de estos se logra sacar experiencia; nos permiten conocernos más y  nos permiten validar la posición del otro; aún y cuando no se comparta.

Nos seguimos encontrando en la mirada, tus ojos reflejan que en ti puedo ver manifiesto lo mejor de mi; pero sé que lo mejor está en mi.

Mi familia es más extensa; son dos  familias en una, pero siguen siendo una  parte de  nuestra vida en común.

Los acuerdos y desacuerdos  se mantienen bajo un código de confidencialidad. Cuando ocupamos ayuda, buscamos a una persona ajena a los dos,  a la que preferiblemente tengamos que pagarle honorarios profesionales;  y porqué no, asegurar la confidencialidad.

Beso de buenos días, antes de irnos a nuestras actividades, más besos por mensajes de texto y en skype; beso cuando nos encontramos luego de un día de trabajo y por supuesto antes de acostarnos… Los besos y los abrazos son dosis diarias de afecto, alimentan la relación y mantienen  la temperatura del deseo.

Tener pareja, estar casados me ha mejorado como ser humano. Ahora me veo a mi misma con otra persona y comprendo que  cuidándome y asumiéndome responsablemente estoy asegurando que mi pareja también salga beneficiado.

Abogo por una relación de dos sin sacrificios y renuncias imperdonables.  Ahnelo  un futuro con una pareja  que me continúe resultando atractivo, interesante; que a la vez me genere el impulso de  propiciar este mismo sentimiento en él; que yo le sea  atractiva intelectualmente.

Renuncio a los estereotipos sociales  que me tratan de colocar en una posición de desventaja y que lo obligan a él a ser siempre el fuerte y tener que estar rescatándome…

Elegimos una ruta para Caminar Juntos; nuestro equipaje: amor, humor, escucha, empatía, autocuidado, Yo y El….  El destino: … por definir ¡!!!

 

MPs. Tatiana Carrillo Gamboa.

Psicóloga Clínica, Psicopedagoga – Docente

San José, Costa Rica.

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