Sólo nosotros sabemos las tres maneras de cuidarnos bien a nosotros mismos.  Necesitamos regresar y recordar el mejor consejo que jamás alguien nos diese.  Todos les dan consejos a todos.  El consejo no tiene valor a menos que lo abracemos y avancemos.  El consejo es muy poderoso si lo adaptamos a nuestra vida.

El consejo que recibí podrá no funcionar para ustedes ya que el consejo es muy personal; es dado generalmente por alguien a quién le importamos.  Sin embargo, el mismo no tiene que venir de alguien a quien conocemos ó que esté vivo ahora.  Puede venir de alguien que vivió hace más de cien años; tal vez una cita de William Shakespeare ó alguien más que vivió en el pasado.

Nosotros y sólo nosotros podemos aceptar y adaptar el consejo a nuestro bienestar.  Los tres mejores consejeros en mi vida fueron gente a la que le importé sin saber que iban a hacer una diferencia en mi vida.  Tan sólo por ser quienes somos hacemos la diferencia en la vida de otros.

Cuando hacemos un compromiso, ¡hacemos una diferencia en la vida de otros!  Si no nos podemos dar efectivo, al menos démonos crédito, por estar aquí y ser quienes somos.

El primer trocito de consejo que adapto diariamente es: “¡Mantengámonos cerca de Dios!”

El segundo consejo que adapto diariamente es: “Necesitamos saber que estamos en control de nuestro destino”.

El tercer consejito que adapto diariamente es: “¡No es lo que no sabemos los que nos lastimará sino lo que creemos que sabemos sin ser así!”

Pensemos en los consejos que hemos recibido durante nuestra vida y enfoquémonos en aquellos que hemos abrazado en nuestro corazón y que nos han ayudado mientras crecíamos.

Mike Marino, Jr., copyright 2012

La reflexión de hoy está cargada de sentido común (si bien este no es tan común nada).  Por un lado los consejos es sabio al indicar que los consejos, aunque buenos, no sirven de nada a menos que los abracemos.  Y por otro, el autor sabe identificar tres magníficas perlas de sabiduría que bien haríamos todos en no sólo abrazar sino implementar de manera diaria.  Pero, este último consejo (el de abrazar e implementar) tampoco nos hará bien alguno a menos que no lo tomemos para nosotros… ¡somos nosotros los que tenemos la última palabra!  Adelante y que el Señor les bendiga

Raúl Irigoyen

El Pensamiento Del Capellán.