Ofender es humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, con palabras o con hechos. Es un ataque directo contra el auto-estima de otra persona.

Las ofensas tienen un tremendo poder destructor contra el auto estima y la dignidad de las personas. Pueden destruir la identidad y el balance emocional de las personas atacadas.

Las ofensas actúan como un veneno altamente tóxico para las emociones que so solamente afecta al ofendido, sino que puede contaminar a muchas otras personas alrededor.

Santiago 3:2 Todos ofendemos muchas veces. 3:5-6 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.

Las palabras ofensivas suelen ser más dañinas que otros tipos de ofensas. Cuando una persona ofende con su boca, literalmente le está rentando la boca al diablo para producir destrucción y contaminar la vida de las personas a su alrededor.

Santiago 3:13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. 3:17-18 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.
 
La sabiduría y la mansedumbre son poderosas herramientas de control emocional para evitar las ofensas.

La obediencia a Dios nuestro Padre Celestial es la fuente de sabiduría que produce una actitud de amor, paz, amabilidad, misericordia, mansedumbre y dominio propio.

Gálatas 5:22-26 El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

No busquemos la vanagloria, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
 
El fruto de una vida espiritual sincera provee la capacidad de desarrollar hábitos de inteligencia emocional y virtudes que nos ayudarán a controlar las emociones y evitar las ofensas. Fruto quiere decir: resultado. O sea que el resultado de una vida espiritual es la que nos da la capacidad de disfrutar de las virtudes de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio.

Esto nos lleva a la conclusión de que necesitamos urgentemente desarrollar una vida espiritual buscando la presencia de Dios, leyendo su palabra y meditando en ella, orando con frecuencia, asistiendo a la Iglesia y tomando la determinación de obedecer su palabra.

No podemos crecer espiritualmente si no somos obedientes o cuestionamos la palabra de Dios. Podemos asistir a la Iglesia y leer la palabra, inclusive orar mucho, pero si no somos obedientes, no obtendremos el fruto del espíritu.

Hoy en día hay muchos “cristianos” que asisten a todos los cultos de la Iglesia, pero viven ofendiendo a sus seres más queridos. No tienen el fruto del Espíritu, porque son cristianos de apariencia nada más.
 
El fruto del Espíritu, no nos hace perfectos, pero nos da las herramientas para vencer la tendencia a ofender y más bien buscar la paz con espíritu de mansedumbre.

Analízate hoy a ti mismo. Si reconoces que eres una persona irritable que pierde el control con facilidad y ofendes a las personas a tu alrededor, necesitas urgentemente buscar con intensidad y  sinceridad la presencia de Dios.

Toma la decisión de desarrollar un devocional diario intenso y de obedecer cada palabra que Dios te enseña a través de la Biblia, de tu Pastor o de algún hermano.
 
Si aún después de buscar de Dios con esa intensidad y sinceridad no logras controlar tus emociones, es muy probable que necesites ayuda de un Líder espiritual capacitado que te ayude a sanar raíces de amargura en tu corazón. Busca esa ayuda inmediatamente!

Tu matrimonio y tu familia es el tesoro mas valioso que Dios te ha dado. Cuídalo!

Luis y Hannia Fernandez

[email protected]
www.libresparaamar.org