“ Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia” Efesios 6: 14.

Hoy, recuerdo que en mi último devocional decidí ceñirme con el cinto de la verdad y ahora debo reflexionar sobre la coraza de la justicia, otra parte indispensable para resistir en el día malo.

Qué es justicia?. Hoy, el mundo habla de injusticia . Si quiero vestirme con la coraza de justicia… cuál es esa justicia?. Justicia social? Justicia política?…

No, cuando Pablo habla de Justicia, casi siempre significa “justificación” y Justificación es la iniciativa de la gracia de Dios de poner a los pecadores en buena relación con él a través de la fe simple en Cristo crucificado. Si decido hoy vestirme con la coraza de la justicia, entiendo entonces que no es vestirme con la justicia propia, si no la justicia de Cristo.

Vestirme con la coraza de justicia hoy, es estar delante de la presencia de Dios no condenado sino aceptado y cuando me siento aceptado y creo que según la palabra estoy aceptado ante su presencia, esto se convierte en una parte de la armadura que es una defensa esencial contra una conciencia acusadora y contra los ataques calumniadores del diablo que hoy podrían llegar a tocarme.

La Palabra de Dios me dice hoy… que al ponerme la coraza de la justicia debo recordar que “Ahora , pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”…

Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”

Hoy, al ponerme la coraza de la justicia, siento que una nueva seguridad invade mi alma y corazón..la seguridad de saber que hay una relación correcta con Dios a través de Cristo y esta coraza me protege contra los dardos de fuego que quieren hacerme sentir inseguro y bajo condenación.

Pero, hoy no es solo disfrutar de la seguridad de sentirme aceptado por Dios…sino que la coraza de la justicia me exige que yo trasmita esa justicia a otros…especialmente a aquellos que me han herido u ofendido, que pueda seguir los pasos de mi Padre celestial…de hacerlos sentir a ellos aceptados. Quizá no acepte sus pecados…pero sus personas si necesito aceptarlas.

“Señor, Gracias por justificarme cuando en mi vida solo había pecado…Gracias por aceptarme cuando me sentía rechazado.

Hoy, me visto con la coraza de justicia para que los dardos de fuego de condenación y miserableza no puedan tocarme.

Ayúdame también a compartir esa justicia aceptando a quien me haya herido y perdonándolo, así como tú me has perdonado. Amen”

Serafin Contreras Galeano