“Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén” Lucas 24:13

Los dos discípulos que caminaban a Emaús arrastraban sus sandalias en el polvo, la tristeza se dibujaba en sus rostros mientras se preguntaban:

Qué clase de Dios es ese, que nos ha dejado acá solos sin esperanza. Y estaban tan absortos en sus tristes pensamientos que no se daban cuenta de aquel que caminaba cerca de ellos. Pero, hoy no les puedo culpar a ellos , porque muchas veces yo también he caminado rumbo a Emaús con mis pies arrastrándose y mi mirada perdiéndose en el vacío y en mi estado no me he percatado de la presencia del Señor a mi lado.

En ese camino me he encontrado carente de fe y carente de visión.  Los discípulos de Emaús  esperaban un reino de terrenal y perdieron de vista el  reino espiritual.  Yo no quiero hoy ir rumbo a Emaús en busca de un reino terrenal, porque podría perder  de vista el reino espiritual.

Soy yo diferente a los viajeros cargados y tristes de Emaús?  No, muchas veces me en enrollado en el lodo de la lástima estando aún en la sombra misma de la cruz.  El problema  es que dejo de soñar y de mirar los secretos escondidos en cada detalle de Dios y circunstancia de la vida.

Hoy necesito aprender a esperar en las promesas de Dios.  La esperanza no es un deseo otorgado o un favor que me llega, es mucho más que eso.  La esperanza es una dependencia total de Dios quien aveces nos sorprende fuera de nuestros calcetines para ver nuestra reacción.

El Señor pacientemente habló con ellos y no se les reveló sino hasta cuando llegaran a casa y allí sentado con ellos en la mesa, tomó el pan y cuando lo partió sus ojos se abrieron.

Sí, muchas veces cuando voy camino a Emaús , el Señor camina a mi lado y no se me revela sino hasta cuando llego a mi destino.  Por eso es que hoy no quiero ir camino a Emaús, porque Emaús era sitio de pocas esperanzas y cero visión.

Hoy quiero quedarme a los pies del Maestro y aprender a confiar y a esperar quietamente ante su amor.  Su amor todo lo llena y todo lo transforma. Este es el día para ver brillar el sol por encima de mis dudas y de mis temores y entonces levantar mi mirada al infinito mientras digo: Gracias Señor por que eres todo para mi.

Señor. Gracias por tomar mi vida y enseñarme tus verdades.  Gracias por que camino a Emaús me trae dudas y desesperanzas, pero  el camino a ti, me arrojas luz y gozo.  Mi vida en tus manos está muy segura.

Señor clarifica mi visión para poder ver más allá de lo que mis ojos naturales ven.  Quiero ver tu propósito en mi vida y aún cuando no vea ese propósito quiero caminar por fe tomado de la mano contigo.  Tu presencia me llena de luz y de esperanza.  Amén.

Dr. Serafín Contreras Galeano.

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