Devocional - Oir “ Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañados a vosotros mismos. Más el que mira atentamente… no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” Santiago 1:22,25

Hoy no quiero engañarme con solo deleitarme en escuchar la palabra de Dios , siendo solo un oidor. El mundo se encuentra lleno de oidores. Quiero ser un cristiano práctico. Si un sirviente escuchara un mandato y no lo hiciera, el castigo caería sobre él con rapidez.

Yo no puedo engañarme creyendo que puedo solo oír lo que Dios me dice y no hacerlo. Las consecuencias pronto las sentiría e mi vida. Muchas personas confunden el placer que obtienen al escuchar la palabra de Dios con el cristianismo y la adoración a Dios . La mente se deleita ante la verdad presentada con claridad, la imaginación se regocija mediante las ilustraciones y los sentimientos se despiertan por sus aplicaciones. Los conocimientos le proporcionan placer a una mente activa. Pero nada tiene más valor que la puesta en práctica de la verdad recibida en el corazón.

Hoy no quiero escuchar o leer la escritura como deber, cuya realización se cree que es un servicio religioso. Un deber cumplido fielmente alivia la conciencia y proporciona satisfacción. Difícilmente me doy cuenta del poco valor que tiene esto, a menos que desee de todo corazón hacer al pie de la letra lo que Dios dice que haga.

Es en la habitación interior, en la vigilia matutina, donde se debe combatir y superar el engaño de solo ser un oidor. Jesús dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios”. Solo el corazón que se deleita en la ley de Dios y ha tomado la decisión firme de guardarla en todo, recibirá la iluminación divina que revela espiritualmente las doctrinas de Cristo en su origen y poder divinos.

En la vida, las ciencias y las artes o los negocios, el único modo de saber verdaderamente es hacer. Si un hombre no puede hacer algo, no lo conocerá a fondo. El único modo de conocer a Dios y probar sus bendiciones es haciendo su voluntad. Esto demuestra si creo en un Dios creado por mis propios sentimientos y mi imaginación o si se trata del Dios vivo y verdadero que rige todas las cosas y obra en todo.

Sólo el hacer su voluntad demuestra que la amo, la acepto y me uno a ella. No hay ningún modo posible baja el cielo de estar unido a Dios más que el aunarse a su voluntad al hacerlo todo.

“Señor. Ya no quiero ser solo un oidor. Hoy he meditado seriamente sobre esto y he llegado a la conclusión que la palabra necesita ser práctica para demostrar todo su potencial. No quiero se un experto mental y un erudito profundo sino no he permitido que tu palabra tome vida en mi. Amén.

Dr. Serafín Contreras Galeano.
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