Dice una antigua leyenda, que un discípulo preguntó al Maestro: “¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?”.
El Maestro le respondió:
“Es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré una imagen de cómo es el infierno”.
Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con comida, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles.
Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré una imagen de cómo es el cielo. Entraron en otra habitación, también con una olla de comida, otro grupo de gente, las mismas cucharas largas… pero, allí, todos estaban felices y alimentados. “¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación, si todo es lo mismo?
Como las cucharas tienen el mango muy largo, no pueden llevar la comida a su propia boca. En una de las habitaciones están todos desesperados en su egoísmo, y en la otra han aprendido a ayudarse unos a otros.

Hoy Quiero Animar y Fortalecer a Otros“Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, tal como ya lo están haciendo” I Tesalonicenses 5:11

Basado en una antigua historia sobre el hambre y el compartir. La “alegoría de las cucharas largas” nos enseña que cuando se lucha para alimentar sólo a nosotros mismos, todo el mundo pasa hambre. Pero cuando nos centramos en el hambre de nuestro vecino, descubrimos que hay maneras de alimentar a todo el mundo.