Cuando no perdonamos, esa actitud no solo hiere a la persona que no queremos perdonar sino también a nosotros.

Se ahogan nuestra creatividad y nuestra alegría de vivir.

Al perdonar, liberamos la paz y la restauración para con la persona que recibe el perdón y también para nosotros.

Descubrir lo que está mal hecho es tarea sencilla, lo difícil es hacerlo mejor.

Romanos 2:1
Por lo cual no tienes excusa, oh hombre,
quienquiera que seas tú que juzgas, pues al juzgar a otro,
a ti mismo te condenas, porque tú que
juzgas practicas las mismas cosas.

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