En La Cuarta Parte hablamos de  La Oración como la certeza de lo que se espera, es esta parte mencionaremos la Oración que desata el Poder de Dios.

“Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Pero Acab se fue en su carro hacia Jezrel”. 1Reyes 18:45
Habían pasado ya tres años y medio de total aridez y de pronto, se oscurecen las nubes, el viento se levanta, comienza a soplar y un tormentoso aguacero se desata.

Acab se marcha en su carro a Jezrel, que significa Dios siembra, y lo que Dios siembra, lo riega. Así, Dios ha sembrado fe en nuestro corazón y la va regando hasta que la fe sea tan grande como una tormenta y no hay quien la detenga porque la oración tiene que ver directamente con el trono de Dios, a través de su oración se mueve el trono de Dios. Deje de estar dando vueltas, empiece a ir directamente delante de Dios y verá como Dios toca los corazones de personas a su alrededor, pero no vaya primero a las personas sin haber orado.

La lucha primero se libra en lo espiritual. Hay una gran diferencia entre una persona que ora y una que no. La persona que ora pone toda su confianza en Dios, mientras que la persona que no ora pone toda su confianza en si misma.

¡Que diferencia! Por esto, la persona que ora, tiene algo que atrae a Dios. El secreto aquí es observar que la oración desata el poder de Dios.
“Entonces el poder del Señor vino sobre Elías, quien ajustándose el manto con el cinturón, echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab”.    1Reyes 18:46
Acab iba en carro y antes había comido y bebido. Elías estaba orando y para orar, a veces, es necesario dejar de comer. A pesar de que Elías no estaba tan fortalecido como Acab físicamente, el poder de Dios viene sobre Elías y corre de tal forma que llega primero.

La persona que no ora, jamás se le adelantará a la persona que ora. Si usted ora llegará antes aunque pareciera que el que va en carro llegará primero, a veces, parecerá que le está ganando pero si usted ora llegará antes que cualquiera porque Dios está con la persona que ora. De hecho, eso es lo que hace Dios en gran parte de su tiempo: Respaldar y hacer realidad sus oraciones.

“Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama se le abre”.  Lucas 11:9

Pero, ¿cómo tocar o cómo pedir? Orando, no hay otra manera.

Es más, no ponga a otros a hacer la fila por usted. Usted no necesita hacer fila con Dios, Dios tiene una línea directa con sus hijos, la podemos activar en cualquier momento, no tiene problemas de señal, como algunas compañías de telefonía hoy en día. Dios siempre responde porque ha prometido:

“Clama a mí y te responderé, y y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tu no sabes”. Jeremías 33:3

Isaías lo dijo en otras palabras:
“Pero los que confian en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas; correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán”. Isaías 40:31

Dice como las águilas, es decir, los que tienen tiempos de intimidad con Dios.

El diablo siempre está tratando de alejarnos de esa intimidad con Dios. Cuando uno no tiene intimidad con Dios empieza a llenar ese espacio con otras cosas, y nunca estará satisfecho porque lo único que puede llenar ese espacio de hambre espiritual que hay en el corazón es la oración constante, Tal vez sea por esto que Dios, a veces, nos deja pasar hambre, porque cuando se siente hambre ¿qué se puede hacer? Buscar comida.

Y hay un alimento que sólo podemos encontrar en la presencia de Dios, sólo esa intimidad con Él desata su poder.

Que Dios te siga llenando de su paz.

John Fredy y Ruth Betancurt.