Este cuento del ratón campesino y el ratón cortesano nos enseña una valiosa lección: nos recuerda que la abundancia de bienes materiales no nos asegura la felicidad, sino que, muy a menudo, viene acompañada de temores y preocupaciones.

Como cristianos, debemos recordar que nuestra felicidad no se encuentra en la posesión de bienes materiales, sino en la búsqueda de la paz espiritual.
La Escritura dice: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido.” Mateo 6:25. Por lo tanto, no debemos centrarnos en el poder, la riqueza y la fama, sino en la confianza en el Señor y la relación con él.

Cuando nos enfocamos en él, podemos encontrar paz, contentamiento y gozo.
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