Te fuiste mucho antes de lo que jamás hubiese querido.

Es difícil de creer y difícil de aceptar. Es como estar viviendo en un sueño del que no despiertas nunca, pero que sientes que no es real y que tarde o temprano alguien llegará y te despertará para decirte que nada era real. Pero no. Lamentablemente sí es verdad. Y no estás aquí.

A veces pienso que estarás al otro lado de la línea cuando llame a tu teléfono y que responderás tan alegre como siempre, pero luego caigo en la realidad de que sólo escucharé el tono de llamada de espera cuando nadie contesta. A veces quisiera retroceder el tiempo y hacer más largas las llamadas, esas en las que siempre finalizabas con un mensaje de aliento, un consejo sabio o una palabra amorosa que siempre me demostraba lo que eras: el mejor abuelo del mundo.

A veces desearía haber aprovechado mejor el tiempo. Haberte escuchado más. Haber hecho más duraderos esos abrazos. Haberte pedido más consejos. O simplemente haberme detenido más tiempo a mirarte. Me habría gustado tener más tiempo, porque creo que te fuiste demasiado pronto de este mundo. Mucho más pronto de lo que yo quería, o esperaba.

Quisiera poder ir a tu casa y verte ahí esperándome tan alegre como siempre y escuchar tus historias de vida. Preguntarte mil cosas. Preguntarte si quizá pensabas que estaba tomando buenas decisiones o si tenías algún consejo para darme. Preguntarte qué pensabas de mi nuevo trabajo. Qué esperabas de mí. O simplemente llenarme de inspiración escuchando tu experiencia, con esa misma pasión con la que solías contar toda tu vida, detalle por detalle, siempre haciéndote entender que, aunque la vida puede ser dura, siempre se sale adelante.

Sé que siempre estuviste orgulloso de cada uno de mis logros, que siempre estabas dispuesto a apoyarme en lo que sea, porque para ti valía más que yo fuese feliz y que estuviera bien. Hay demasiadas cosas que tengo que agradecerte. Hay tantas cosas que se quedaron en el tintero y que me quedé sin decirte. Hay tantos triunfos en los que no has podido estar presente, pero, aún así, eres a quien siempre le dedicaré cada uno de los logros que tengo y que tendré, porque eres, fuiste y serás siempre el mejor y sé que, aunque me faltó tiempo contigo aquí en la Tierra, siempre estarás conmigo dondequiera que estés.

(Isaías capítulo 46, versículo 4)

 “…Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo: yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré…”

(Proverbios 17:6) “CORONA DE LOS VIEJOS SON LOS NIETOS, Y LA HONRA DE LOS HIJOS, SUS PADRES”.