En la primera parte de este artículo describimos como son los líderes Moabitas. Ahora vamos a describir los líderes Abrahámicos.
¿Cómo son los líderes abrahámicos?

•    Un líder abrahámico es alguien que crece vigorosamente y florece en medio de todas las circunstancias.

•    Los líderes abrahámicos están atentos a lo que ocurre tanto interna como externamente. Ellos crecen continuamente en cada circunstancia. Cada transición es una escuela para ellos. El crecer lo toman como un compromiso. Siempre están leyendo, asistiendo a seminarios, hablando con gente que los edifican. Sus anhelos más grandes son aprender y crecer. Saben que su crecimiento interno es la base de todo.

•    Los líderes abrahámicos tiene una motivación interna. No importa lo que atraviesan, se sienten motivados; y cada problema lo ven como un desafío para enfrentar. Tienen un saludable sentido de control en sus vidas. Son personas vibrantes, emocionantes y llenas de calor humano.

•    Los líderes abrahámicos son receptivos a las nuevas ideas. Están abiertos a la renovación; saben que el mundo está cambiando y que ellos necesitan también cambiar. Están seguros que la vida es crecimiento y cambio. Lo que crece cambia. No se aferran al pasado, sino que lo usan para saltar al presente con una clara determinación del futuro.

•    Los líderes abrahámicos tienen una vitalidad espiritual. Sus prácticas espirituales no son religiosas sino vibrantes, llenas de vida; mantienen un caminar continuo con el Señor que se renueva cada día, y sus devociones son estimulantes. No se secan, están como los olivos verdes en el altar de su Señor.

•    Los líderes abrahámicos aman los sistemas de apoyo, saben que solos no pueden seguir, y aman la constelación del líder. Rodeados de Pablos que los enseñan y guían, Bernabés que los confortan y Timoteos a quienes ellos forman y edifican.

•    Los líderes abrahámicos tienen una capacidad de recuperación inmediata. Se recuperan de las crisis y adversidad con asombro. Saben sacar provecho de las noches, como Pablo en la cárcel de Filipos. A veces son sacudidos pero dicen, como el apóstol: “Sacudidos pero no vencidos”. Se recuperan porque saben en su espíritu que la batalla final ya ha sido ganada.

•    Los líderes abrahámicos saben sentir. Usan los sentimientos fuertes como mensajeros en su movimiento de avance. Saben comunicar sus sentimientos. Son tiernos, dulces y amorosos. Saben llorar, y admiten cuando sienten miedo y temor. Son humanos.

•    Los líderes abrahámicos tienen la habilidad de autonutrirse. Saben escoger lo que los nutre y gastan tiempo en esas actividades, como orar, leer la Palabra, los retiros personales, los ayunos y la edificación mutua. No se sienten bien si no se están nutriendo espiritualmente.

•    Los líderes abrahámicos son proactivos. No esperan que las cosas sucedan para reaccionar, sino que hacen que las cosas sucedan. Su pregunta “¿por qué estoy aquí?” los motiva a mirar adelante. Por ello tienen sentido de propósito. Su creatividad es impresionante, no aman la rutina ni se dejan llevar por la corriente. Saben pararse y marcar el camino en un mundo lleno de confusión.

•    Los líderes abrahámicos son soñadores pero con los pies en la tierra. Sueñan más allá de lo que parece práctico. Rehúsan la expresión: “esto se intentó antes”. Arriesgan grandes sueños, y los mismos llegan a convertirse en realidad. Ven la vida como un juego o una olimpiada, y no como un problema para ser resuelto. Se atreven a ver más allá del promedio.

•    Los líderes abrahámicos ven su vida con la perspectiva divina. No se ven como víctimas de las circunstancias, sino como co-creadores de sus vidas con el Creador de los cielos. Saben, están convencidos, que el Señor está todavía tejiendo sus vidas como hermosos tapices y que no ha terminado aún.

Para esos líderes abrahámicos un día escribí la siguiente reflexión:

El tapiz de Dios

Dios es el Soberano, Señor del Universo,
El arquitecto perfecto, el Padre lleno de amor.
El dulce y buen Redentor me trajo y me dio la vida,
y comenzó a tejer el tapiz más asombroso
que yo  no puedo entender.
Sus hilos son de colores que combinados van bien,
unos rojos y otros negros, y algunos verdes también.
Los rojos a mí me encantan, los verdes, me gusta ver;
pero los negros, mi hermano, me hacen creer
que él a mí no me ama, o que se olvida de mi ser.
Pero un día tocará mis ojos para que así pueda ver
que los rojos, con el negro y el verde van a encender
la imagen más portentosa que sus manos al tejer
la más grande obra gloriosa de mi nuevo amanecer.
A Él solo le exalto por este hermoso tapiz.
A Él solo le alabo, por eso le quiero servir.

Dejar de ser un líder de papel con pies de barro implica llegar a ser un líder abrahámico, porque en este tiempo final los que son cubiertos con el manto de Abraham llegarán muy lejos. Allá a la distancia, como pequeñas sombras se verán los moabitas, con el mismo sabor, el mismo olor; nada nuevo sucedió en ellos. “Oh, Dios, ayúdanos a ser los líderes abrahámicos de este tiempo, con el manto de Abraham. Amén”.

Reflexión

¿Culpas a otros de cómo te sientes?

Cuando los planes del día se cambian por circunstancias externas, ¿te enojas?

¿Esperas que tu líder te presente desafíos en tu trabajo?

¿Cuando estás con tus amigos las opiniones de ellos influyen en tus sentimientos?

¿Usualmente, tu cónyuge es el que decide qué actividades realizar, adónde ir y cómo gastar el tiempo juntos?

¿Una porción sustancial de tu conversación se centra en cosas, relaciones o sentimientos?

¿Cómo te sientes cuando los demás ya no te miran como un líder?

Serafín Contreras Galeano.
www.serafincontreras.com