El dueño de una viña se marchó a contratar obreros
a unos hombres en la plaza encontró y a la viña fueron.

El precio del trabajo que ofreció fue de un denario
por un día de esfuerzo y de sudor no era mal salario.

Al llegar el mediodía, aquel señor fue otra vez al pueblo
a nuevos operarios contrató por el igual dinero.

En cuanto el día atardeció fue a contratar de nuevo
y a unos que ahí había, ofreció el mismo sueldo.

En cuanto la jornada se acabó vinieron los obreros
y a todos por igual se les pagó, como fue el acuerdo.

Aquellos que estuvieron todo el día mucho se ofendieron
viendo que los últimos tenían el jornal entero.

El dueño a sus protestas contestó no te he dado menos,
o es que sientes envidia de que yo por igual os quiero.

Los primeros serán últimos Y los últimos primeros.

 

http://youtu.be/xeqOAqMTf8w