Los campos se secaron y se achicarraron por la falta de lluvia, y las cosechas se marchitaban de sed. La gente estaba ansiosa e irritable, mientras buscaba en el cielo alguna señal de alivio. Los días se volvieron áridas semanas. La lluvia no llegaba.

Los ministros de las iglesias locales convocaron a una hora de oración en la plaza del pueblo, para el siguiente sábado inspirarse.

Este sábado al mediodía, la gente del pueblo respondió en masa, llenando la plaza con caras ansiosas y corazones llenos de esperanza. Los ministros se conmovieron al ver la variedad de objetos que los concurrentes traían entre sus piadosas manos:

libros sagrados, cruces, rosarios, Bíblias.

Cuando la hora terminó, como si se tratara de un mandato mágico, una suave lluvia comenzó a caer. Las felicitaciones se extendieron entre la multitud, mientras sostenían en alto sus atesorados objetos con gratitud y alabanza.

En el centro de la manifestación, un símbolo de fe pareció ensombrecer a los demás: un niño de nueve años había llevado una sombrilla.

Laverne W. Hall

Hebreos 11:1
“Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

Mateo 21:22
“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.”

Juan 15:16
“No me elegisteis vosotros á mí, mas yo os elegí á vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca: para que todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, él os lo dé.”

Este relato nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas. ¿Con qué actitud esperamos que se resuelvan nuestras dificultades? A menudo, podemos caer en la trampa de la desesperanza, aferrándonos a lo negativo y dejando que la incertidumbre nuble nuestras esperanzas. Sin embargo, la fe no es simplemente un deseo pasivo; es una acción activa que nos impulsa a estar preparados para recibir lo que anhelamos.

La sombrilla del niño nos recuerda la importancia de mantener la fe viva incluso en tiempos de sequía. Esa fe, que a veces requiere una dosis de inocencia y simplicidad, puede ser lo único que necesitamos para abrirnos a posibilidades que aún no podemos ver. Cada uno de nosotros puede llevar su propia “sombrilla”, un símbolo de esperanza y confianza que nos proteja de la adversidad. En tiempos difíciles, es crucial sostener esa fe, recordar que un cambio es posible y estar listos para recibir las bendiciones que, aunque tardías, sin duda llegarán.

Preguntas para la reflexión:

  1. ¿Qué simboliza para mí la “sombrilla” en mi vida?
  2. ¿En qué áreas de mi vida necesito fortalecer mi fe y confianza?
  3. ¿Cómo puedo prepararme mejor para recibir las bendiciones que aún no han llegado?
  4. ¿Quiénes son las personas en mi vida que pueden ayudarme a mantener la fe viva durante tiempos difíciles?
  5. ¿De qué manera puedo transformar mis preguntas y dudas en acciones positivas que fomenten la esperanza?