Es asombroso cómo el menor problema nos hace apartar la mirada de Dios.
La tensión interrumpe nuestro sueño. Los vendedores telefónicos interrumpen nuestra cena.
Los problemas de tránsito interrumpen nuestras vacaciones.

Las llamadas telefónicas irrumpen en nuestro trabajo. Las reestructuraciones empresariales  interrumpen nuestros objetivos.

Nuestro insomnio interrumpe nuestro progreso laboral, ¡y A veces nuestra digestión!.

En momentos como estos, debemos dar un paso hacia atrás y ganar perspectiva. ¿Se detendrá el mundo si no llegamos con un trabajo a tiempo o no logramos esa tan deseada promoción?

¿Dejarán los bebés de sonreír y los pájaros de cantar si los ingresos de la compañía no concuerdan con el presupuesto? ¿O si eligen como empleado del mes a la persona que menos lo merece?

¿Qué valor tiene una multa de tránsito, un neumático pinchado, un reporte terminado con atraso, un contrato perdido o una reprimenda fría de un jefe, comparado con el amor puro y eterno de nuestro Dios todopoderoso que nos limpió de todos nuestros pecados?

Una canción famosa hace varios años nos aconsejaba: Don´t worry. Be happy; es decir No te preocupes. Sé feliz.

Preocuparse es como pagar intereses de una deuda que uno nunca tuvo.

Mateo 6:27
¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane,
añadir a su estatura un codo?