En tu gran amor tomaste mi lugar,
llevando sobre Ti mi culpabilidad.
No lo puedo imaginar cómo fuiste a soportar
el dolor de tus heridas, pues me amaste sin medida.
Déjame hoy besar las heridas de tus manos y tus pies,
las heridas que pecando provoqué.
Déjame reclinar mi mejilla en tus espaldas y llorar
por haberlas lacerado en mi maldad.
No merecía tanto amor.
En tu Gran Amor
Jesús Adrián Romero
Megusta