“ Tenga el Señor misericordia de la casa de Onésiforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día.”
II Tim 1: 16-18.

Me desenvuelvo en un mundo que solo piensa en si mismo y me lleva cada día a pensar solo en mi mismo.
Un mundo de egoísmo que a cada momento me incita solo a lo mío.

A través de toda la historia de la humanidad hasta el día de hoy, lo que más proclaman las filosofías, las religiones y las proclamas es pensar en nosotros jamás y muy poco en los demás:

  • Grecia dijo: Se sabio, Conócete a ti mismo.
  • Roma dijo: Se fuerte, Disciplínate a ti mismo.
  • La religión me dice: Se bueno, Confórmate.
  • El epicureísmo dice: Sé sensual, disfruta de la vida.
  • La educación dice: Sé ingenioso, expande tu mente.
  • La psicología dice: Ten confianza. Haz valer tus derechos.
  • El materialismo dice: Satisfácete, complácete a ti mismo.
  • El orgullo dice: Sé superior promuevete a ti mismo.
  • El ascetismo dice: Sé humilde, reprímete a ti mismo.
  • El humanismo dice: Sé competente, cree en ti mismo.
  • El legalismo dice: Sé piadoso, limítate a ti mismo.
  • La filantropía dice: Se generoso. Renuncia ti mismo.

Solo el cristianismo me pide que tome el papel de Onésifiro , quien al saber que Pablo estaba Preso, lo buscó y lo consoló, porque el cristianismo nos lleva a pensar en los demás y luchas por los demás, ya no son mis derechos, sino los derechos de los demás, ya no son mis deleites sino los deleites de los demás.

Por ello Pablo pudo decir con satisfacción que El Señor tenga misericordia de la casa de Onésiforo, porque muchas veces me confortó y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma me buscó solícitamente y me halló. Hoy, quiero pensar en alguien que está en cadenas…oprimido, angustiado, solo, triste o abandonado y buscarlo solícitamente para confortarlo, ayudarlo y estimularlo a seguir confiando plenamente en el Señor.

Señor. Gracias por tu cuidado y por la orientación de tu palabra que me guía por un camino distinto al de él mundo. El mundo me pide que piense en mi mismo… y tu me pides que piense en los demás. Señor, vísteme con tu gracia y amor, para buscar hoy solícitamente al que está triste y poder ministrarle tu amor.

Dr. Serafín Contreras Galeano
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