“Y clamó en la tarde oscura con un desgarrador: “Dios Mio”. Los cielos se estremecieron cuando su voz ya sin fuerza irrumpió con: “Por qué me has abandonado?”. El Padre volteó su cara, mi pecado estaba en él y por ese precio alto, hoy me siento perdonado”. Serafín Contreras G.
Mateo 27:45