¿Es usted el tipo de persona que siempre dice sí?  ¡He aprendido que es muy importante aprender a decir no!  Está bien.  Todavía le caeremos bien a la gente; hasta pudieran respetarnos más porque saben que estamos siendo auténticos.

No estoy diciendo que le digamos no a alguien que realmente necesita nuestra ayuda.  Hablo de declinar esa reunión a la que realmente no queremos asistir ó aquella fiesta de cumpleaños de la que no queremos participar porque es el mismo fin de semana de una fiesta de tu hermana o las eliminatorias de tu deporte.

Pensemos por un momento cómo nos sentimos cuando decimos sí a algo que realmente no queremos hacer.  Si son como una vez yo fui, no podemos dormir de noche y pensamos en ello demasiado… pesa en nuestra mente.  Intentamos hallar la salida.  Comenzamos a pensar: “Bueno no es tan malo, le hará a él (ella) feliz”.  “Tal vez me divierta”.  “Tal vez no me aburra”.  Sea lo que sea no estemos diciendo a nosotros mismos, si realmente quisiéramos ir, no tendríamos todos esos pensamientos.

Así que, ¿por qué no simplemente decir no desde el comienzo?  Tal vez por el sentimiento de culpa.  Estoy aquí para decirles que tenemos que dejar la culpa en el pasado.  El pasado no fue diseñado para ser parte del presente.

Tal vez sintamos que si no nos presentamos en la reunión (que de paso no es obligatoria) no le vamos a caer bien al jefe ó que nuestros compañeros no nos respetarán.  Necesitamos hacer lo que es correcto para nosotros.  Por supuesto que tenemos obligaciones reales que cumplir en la vida pero no tenemos que hacer todo lo que los demás quieren que hagamos.  ¿Siente como si pudiera respirar mejor tan sólo por oír eso?

Quizás sentimos que nuestra hija no nos llamará más si no le damos dinero cada vez que llama y la pide, aunque esa sea la única vez que lo hace.

Tal vez sintamos que nuestro hijo no se comunicará con nosotros tanto si no escuchamos su lamentación por horas y horas, sobre lo mismo, una y otra vez.

Tal vez sintamos como si nuestra madre, padre o hermanos no nos amarán tanto si no hacemos por todo lo que nos pidan o asistamos a todos sus eventos.

Si estas personas son nuestros verdaderos amigos, familiares o un buen jefe, nos amaran de igual manera sin importar qué digamos.  La gente nos trata de la manera en que les enseñamos a hacerlo y si somos el tipo de persona que siempre dice sí, entonces eso es lo que ellos esperan.

¡Aprendí que podemos decir que no!

Hagamos lo que creemos correcto; seamos auténticos.  Si no nos gusta cierto tipo de música, no vayamos a ese concierto.  No me malinterpreten.  No estoy diciendo que no transemos si alguien hace algo que nos gusta y queremos reciprocar.  Algunas relaciones necesitan que transemos.  Lo único que digo es que no digamos sí a todo.

¿Les compramos galletas de Niñas Guías a las hijas de todos sus amigos?  ¿Les compramos barras de chocolate a cada Niño Explorador que conocemos?  Está bien si realmente las queremos y podemos pagarlas pero, ¿las compramos sólo por obligación?  Eso es lo que quiero decir.

Aprendamos a decir no; ¡está bien!  Si un amigo se nos acerca y nos dice: “Necesito $100 hasta el viernes”.  ¿Se los damos aunque vayamos a estar cortos de efectivo y sin saber cómo vamos a llegar hasta la próxima semana, con tus recibos atrasados?  Estoy aquí para decirles que no tenemos que hacerlo.  ¡Está bien decir no!
Marion Licchiello-Lenz, copyright 2011
Fuente: www.motivateus.com

¿Por qué será que la mayoría de las personas, al menos en nuestra cultura, se muestran tan reacios a decir que no aún cuando es lo que realmente piensan que debieran decir?  Esto ha traído más de un dolor de cabeza a muchos.  Y tal y como describe el autor, esto agrega frustración y amargura a quien siempre dice que sí, sin quererlo de corazón.  Desde el punto de vista espiritual, es indispensable que digamos que no a los que va en contra de lo que el Señor nos ha llamado a vivir, independientemente si es lo que la mayoría busca.  De hecho, tal vez seamos los únicos que nos atrevamos a decir que no aunque muchos lo quisieran.  Cuando alguien tiene el suficientemente valor para decir no, muchas veces anima a otros a decir lo mismo.

Adelante, seamos “cabeza y no cola” en esto también.  Que el Señor les continúe bendiciendo.

Raúl Irigoyen.
El Pensamiento Del Capellán.