En la vastedad del universo, entre la inmensidad de lo creado, hay un amor singular y perfecto que trasciende todo entendimiento: el amor de Dios. Es un amor que no tiene límites, un amor que eligió, desde el principio de los tiempos, caminar contigo.
Dios, en su infinita sabiduría, te escogió. Te llamó por tu nombre y te hizo su hijo. Desde antes que pisaras esta tierra, había un propósito divino trazado solo para ti. Este amor es tan profundo que, de todos sus tesoros celestiales, decidió ofrecer el más grande: su Hijo único.
El Sacrificio Supremo
Jesús vino a la tierra con un solo propósito, una misión santa: salvarte. En cada paso que dio, en cada palabra que pronunció, estaba impregnado el amor más puro. Jesús conocía el sufrimiento que había de enfrentar; sin embargo, por amor a ti, lo aceptó. Soportó burlas, dolor y la cruz, llevando sobre sus hombros el peso de nuestros pecados, todo para que pudiéramos tener una relación eterna con Dios.
La cruz, que parecía el mayor acto de derrota, se convirtió en la mayor victoria. Jesús murió, pero su resurrección fue el acto culminante de amor y poder. Se levantó del sepulcro para que tú tuvieras esperanza, para que supieras que no hay nada más grande que el amor que Él siente por ti.
El Don de la Vida Eterna
Este amor te invita a vivir una vida plena, una vida que nunca termina. En su amor encuentras no solo salvación, sino también propósito y sentido. No estás solo, nunca lo has estado. Su promesa es estar a tu lado, guiándote en cada paso de tu camino.
Reflexión Final
¿Cómo puedes responder a este amor tan grandioso? ¿Cómo verás tu vida a la luz del sacrificio que Él hizo por ti? Cada día es una nueva oportunidad para vivir bajo la promesa de su amor, para entregarte completamente y confiar en su plan perfecto.
Preguntas para Meditar
- ¿Cómo te sientes al saber que Dios te escogió antes de la creación del mundo?
- ¿De qué maneras puedes vivir agradecido por el sacrificio de Jesús?
- ¿Qué pasos puedes dar para acercarte más a Él y experimentar plenamente su amor?
Que dicha tan grande saber que tenemos un Padre que nos da su amor sin condiciones y que está con nosotros antes, durante y después de nuestro paso por esta tierra; nos corresponde ser agradecidos siempre y siguiendo su divino ejemplo de servir, perdonar y comprender a los demás. Fraternal saludo.
Dejar que Dios me guíe y me lleve hacia EL.
Me siento agradecida con mi padre celestial y nuestro señor jesucristo, por el Don de la vida eterna.