Mateo 6:34 — «No os afanéis por el día de mañana…
Lucas 10:38–42 (Marta y María); Jesús llega a la casa de dos hermanas, Marta y María. Marta se ocupa de preparar la casa y servir, preocupada por muchos quehaceres. María, en cambio, se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra. Marta le pide a Jesús que intervenga para que su hermana le ayude; Jesús responde que María ha escogido la parte mejor, que nadie le será quitada: estar presente con Él, absorber su enseñanza, dejar que su compañía ordene el corazón.
La escena de Marta y María nos muestra la tensión humana entre la actividad y la presencia. Marta no hace nada malo: sirve, acoge, cumple responsabilidades. Pero su ansiedad por “tantas cosas” le impide recibir lo central: la presencia sanadora y ordenadora de Jesús. María no elude la tarea, sino que prioriza el alimento que viene de sentarse junto al Maestro.
Vivir el presente no es abandonar obligaciones; es decidir, como María, empezar por lo esencial: detenernos, escuchar y dejar que la Palabra de Dios imprima su paz en nuestro interior. Desde ese lugar, nuestras acciones (como las de Marta) salen con otra calma, con perspectiva y con sentido. Cuando nos afanamos, perdemos claridad; cuando nos detenemos con Dios, nuestras prioridades se reordenan y la carga se aligera.
Aplicación práctica y ejemplos concretos:
- En el trabajo: antes de responder correos o tomar decisiones urgentes, dedica 3 minutos a orar o leer un versículo para actuar con calma.
- En la familia: si te sientes abrumado por las obligaciones, elige un momento breve para estar presente con tu cónyuge o hijos: una conversación, una oración simple.
- En la espera o incertidumbre: sigue haciendo lo posible, pero establece un tiempo diario de silencio con Dios para recibir paz y sabiduría.
- En la salud o crisis: combina cuidados prácticos con actos conscientes de entrega a Dios (escribir una carta de entrega, orar con alguien).
Oración
Señor, hoy vengo a Ti con lo que me inquieta. Quiero soltar la ansiedad por el mañana y confiar que Tú cuidas cada paso. Dame paz para atender lo que está delante de mí y valor para dejar en tus manos lo que no controlo. Ayúdame a escuchar tu voz y a actuar desde la calma. Gracias por acompañarme. Amén.
Acción práctica (pasos concretos, para hacer ahora)
- Hago una lista con tres cosas pequeñas que puedo completar hoy.
- Elijo la primera tarea y la hago durante 10–20 minutos sin distracciones.
- Al terminar, escribo una línea: “Hoy vi a Dios en…” o “Hoy sentí paz cuando…”
Ejercicio breve — “Respira y entrega” (2–3 minutos)
- Me siento cómodo/a y respiro profundamente.
- Inhalo contando 4, sostengo 2, exhalo contando 6. Repito 4 veces.
- Mientras respiro, imagino que pongo cada preocupación en mis manos y se las entrego a Dios: pienso “Señor, yo te lo entrego”.
- Termino diciendo en voz baja: “Confío en Ti”.
Preguntas para reflexionar (puedo responderlas en un diario o en mi mente)
- ¿Qué preocupación me ha estado robando paz últimamente?
- ¿Qué puedo hacer hoy que me acerque a la calma?
- ¿En qué momento del día puedo detenerme 3 minutos para estar con Dios?
- ¿Qué cambia cuando priorizo escuchar a Dios antes de actuar?
