Las excusa es una especie de enfermedad que se apodera de un individuo y este la propaga como un virus por toda la sociedad hasta convertir a un país entero en una nación subdesarrollada.

El medicamento más eficaz para eliminar las excusas es simplemente aceptar en un 100% la responsabilidad de nuestros errores y faltas, sin pretextos.

Esta actitud te proporciona poder y te hace sentir dueño de ti mismo, la responsabilidad abre tu mente a nuevas oportunidades y te obliga a aceptar el compromiso ineludible con tus metas y aspiraciones. Si decides hacerlo, encontrarás el camino hacia la realización de todos tus sueños.

Si quieres que las excusas no sigan inundando tu vida de fracasos y mentiras, ponte en acción y comienza a hacer realidad todo lo que tienes planeado. Una vez que se da una excusa no se avanza sino que se retrocede, porque las excusas nos limitan.

Cuando nos sentimos habitualmente deprimidos, impotentes o inútiles, es como si un gran letargo se apoderara de nosotros. Nos sumergimos en un mar de desesperación. Y es mejor quedarse tranquilo que intentar salir adelante. Las excusas son la razón fundamental de la inacción.

Confiamos en las excusas para evitar los riesgos, para explicar el fracaso, para resistirnos a los cambios, para proteger nuestro amor propio. La excusa es una forma de decir: “No es culpa mía”.

El truco para dejar de poner excusas consiste simplemente en dejar de ponerlas y asumir la responsabilidad de nuestros éxitos y de nuestros fracasos.

Existe la tendencia a pensar que las excusas son un salvavidas para salir de situaciones difíciles y embarazosas, ante estos escenarios de la vida hay que entrar en acción para seguir adelante. No demos excusas cuando es por causa de nosotros mismos, aprendamos a aceptar nuestras deficiencias y no que otros aprendan a aceptar nuestras excusas.

Cuando llegues tarde a una cita o al trabajo no le eches la culpa a la lluvia, sal de tu casa más temprano si ves el cielo nublado o ten un paraguas a mano. Cuando te quedes sin dinero no le eches la culpa al gobierno o a la crisis, ahorra, busca un empleo extra o emprende un negocio propio. Cuando no consigas empleo, no culpes a los demás por tu fracaso, mejor aún, levántate del sofá, capacítate, haz que las cosas sucedan, es hora de despertar, de asumir las responsabilidades.

Recuerda que no existen excusas para no triunfar y que las cosas que más deseas pueden hacerse realidad si tu haces que se hagan realidad.

 

“Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra —objetó Moisés—. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar.
¿Y quién le puso la boca al hombre? —le respondió el Señor—. ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir.” Éxodo 4:10-12

Tomado de: http://www.lasleyesdelexito.com/excusas_excusas_excusas.htm