A fuerza de guerras no se logra la paz.

Ante la guerra, sé piedra incólume;  porque si te lanzas a pelear perderás la paz.

La paz legítima resiste las inmundicias, y al final del camino, persiste el bien sobre el mal.

Únete a una guerrilla de paz lanzando palabras de bendición, bombardeando al prójimo con gestos de amor,  disparando besos y abrazos por doquier.

Advertencia de los forjadores de la Paz: “No se aceptan armas letales, sólo oraciones del alma y el corazón”.
Véncete en tu guerra  diaria,  da muerte a tu egoísmo, transforma tu terquedad, gana terreno en el amor, libera la amargura de tu corazón y sana las heridas con perdón: sólo así conquistarás la PAZ.

¡Que irónico!  El tiempo es un fugitivo y la paz es la  más buscada en todo tiempo.

Cuando asumas tu cruz, en buena lid, serás capaz de: mantenerte imperturbable en el huracán, estoico en la adversidad, firme en el dolor e inquebrantable ante la muerte, así formarás parte del ejército de la paz que sobrepasa todo entendimiento.

Si buscas la paz debes erradicar de tu entorno el discrimen racial, político, social, sexual, religioso y económico…

El sensor de la paz se desactiva en nosotros con las alarmas de la intranquilidad, la ansiedad y el miedo.

Alarmarnos alimenta la auto-guerra que fácil nos consume y nos destruye poco a poco. ¡La paz está en ti, lucha por ella!

Es tan contradictorio que se intente lograr la paz por medio de la guerra, si con ella sólo llega la destrucción, muerte y tristeza.

La paz no es igual a silencio.  Si así fuera, se acallarían los discursos, los saludos, y las oraciones por la paz. También se extinguiría el premio Nóbel por la Paz, y la paloma blanca dejaría de surcar los cielos como símbolo de la paz.  La Paz, en resumidas conclusiones, es un poquito habladora.

Cuando vives en paz se trasforma tu interior y se refleja en lo externo que te rodea.

Los amigos se llevan la contraria, pero nunca están contra, aquellos en contra son los típicos propulsores de las guerras.

Ganarás paciencia al dominar los retos que te impacientan.

Hay tormentas que sólo pueden ser aplacadas por la fuerza del espíritu.

Cuando atacas al prójimo te laceras a ti mismo.

Aumenta la tensión cuando prestas atención a lo inmerecido.

Cuando tengas estrés mira al cielo, busca la estrella más brillante para que ésta te irradie su Paz.

Carmen Colón Roure
Cmcolon@onelinkpr.net

Y

Leslie Lopez Velez.
Leslie001993@hotmail.com