En un momento crucial de la vida, una mujer cristiana clamó al Señor, desesperada por la falta de fuerza y fructificación espiritual que estaba experimentando en su vida. De repente sintió a Jesús parado a su lado, preguntándole: ¿Me permites las llaves de tu vida?
La experiencia fue tan real, que la mujer buscó en su bolsillo y sacó un mazo de llaves. ¿Están todas las llaves aquí?, preguntó el Señor.
-Sí, excepto la llave de un pequeño espacio de mi vida.
– Si no puedes confiar todos los espacios de tu vida, no puedo aceptar ninguno.
La mujer estaba tan agobiada con la idea de que el Señor se fuera del todo de su vida, que clamó: ¡Señor… tomas las llaves de todos los espacios de mi vida!
Muchos de nosotros tenemos espacios que esperamos que nadie vea jamás. Intentamos limpiarlos algún día, pero parece que ese algún día nunca va a llegar.
Cuando invitamos a Jesús a esos espacios, Él nos ayuda a limpiarlos. Con Él, tenemos el valor de botar toda la basura y llenarlos con su amor, gozo y paz.
Jesús es el amigo que conoce todas tus faltas, y aún así, le ama.
Romanos 5:8
Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
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