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“Estoy apunto de casarme y no se si sea correcto casarme con un hombre divorciado tengo mucho temor de Dios pues este hombre es cristiano y se caso por la iglesia con esta persona de la que se divorcio hace 4 años…Soy madre soltera de 2 hijos que son preciosos los cuales no quisiera darles un mal ejemplo!!!!!que pueden aconcejarme??? “
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Por muchos años la Iglesia ha colocado a los que han fallado en un matrimonio en un solo grupo, los cuales han sido estigmatizados, marcados y rechazados. Como si tuvieran una D en su frente. La D de divorciado. Cuantos se han sentido heridos y marginados. Si bien es cierto que el anhelo y propósito de Dios para cada pareja es que se mantenga unidos hasta que la muerte los separe, hay casos en los cuales no había otra salida sino la separación.
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El divorcio no es peor pecado que cualquiera de los demás pecados. Todo pecado tiene perdón de Dios si hay realmente un reconocimiento de la falla. Lo importante en todo esto es considerar los siguientes elementos que son necesarios analizar para poder iniciar una relación matrimonial con una persona que fracaso en un matrimonio anterior:
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1.- La persona divorciada ha analizado suficientemente el fracaso de su matrimonio? Muchos no quieren reflexionar y analizar lo que pasó, por qué pasó y cómo pasó.
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2.- Ha reconocido cuál fue su parte en ese fracaso matrimonial? En toda falla matrimonial no toda la culpa es de uno solo, hay una parte por comisión o por omisión que necesita ser reconocida.
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3.- Hizo todo lo posible por restaurar el fracaso o simplemente corrió, huyó. Si ha huido nada garantiza que no va a huir otra vez.
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4.- Está seguro de la sanidad de las heridas de su relación pasada? No tiene expectativas a consecuencia del ayer? Todo divorcio deja heridas que necesitan ser sanadas.
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5.- Tiene hijos de la relación pasada? Hay hijos con la nueva persona con la que se quiere casar? Si hay hijos necesitan platicar bastante y fijar los elementos de comunicación, disciplina y fortalecimiento de las relaciones con esos hijos.
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6.- Han orado lo suficiente y buscado orientación de una pareja madura y cristiana que pueda aconsejarles y ser mentores? Matrimonio es una relación que nesita ser enriquecida por otras parejas.
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Que Dios te guié en este proceso. Con Dios siempre hay una segunda oportunidad.
Dr. Serafín Contreras Galeano.

estoy enamorada de mi mejor amigo pero ewl no es cristiano,hay una cierta atraccion ,al cual yo trato de evadir,trabajamois juntos y lo tengo que ver a diario, habia pensado en dejar de tyrabajar con el , la verdad estoy muy confundida y no quiero caer en pecado, que me aconsejan que haga???”
como puedo hacer si me quiero casar por su religión y no pertenezco a ella ? mi novio se divorcio y se había casado antes por la iglesia católica.
El Problema
Jesús, Moisés y Pablo claramente están de acuerdo en que el divorcio es una indicación de pecado en uno de los esposos o en los dos. Todos están en contra del divorcio en general. Pero aquí está nuestro problema: ¿Cómo podemos armonizar lo que Pablo y Moisés dijeron acerca de casarse de nuevo con lo que Jesús dijo sobre ese mismo asunto? Ciertamente debemos esperar que todo lo que ellos dicen debe concordar pues todos ellos fueron inspirados por Dios para decir lo que dijeron.
Examinemos claramente lo que Jesús dijo y a quien se dirigía cuando habló. Dos veces en el evangelio de Mateo encontramos a Jesús hablando acerca del tema del divorcio y el nuevo matrimonio, una vez durante su sermón del monte y otra vez cuando Él hablaba con unos fariseos. Comencemos con la conversación de Jesús con estos fariseos:
“Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo y diciéndole: ¿Está permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier cosa? Él respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, “hombre y mujer los hizo”, y dijo: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre. Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla? Él les dijo: por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mateo 19:3-9).
Durante esta conversación con Jesús, los fariseos se referían a una porción de la ley Mosaica de la que hablé antes, Deuteronomio 24:1-4. Ahí se escribe, “Cuando alguien toma una mujer y se casa con ella, si no le agrada por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, se la entregará en la mano y la despedirá” (Deuteronomio 24:1, énfasis agregado).
En los días de Jesús, había dos escuelas de pensamiento en cuanto a lo que era “indecente”. Unos veinte años atrás, un rabino llamado Hillel enseñó que la indecencia era una diferencia irreconciliable. En el tiempo en que Jesús tuvo su debate con los fariseos, la interpretación de Hillel era aún más liberal, permitiendo el divorcio por cualquier causa, como la pregunta de los fariseos a Jesús lo indica. Uno podía divorciarse de su esposa si a ella se le quemaba la cena, ponía mucha sal en la comida, exponía sus rodillas en público al tejer, se dejaba el pelo suelto, hablaba con otro hombre, decía algo grosero de su suegra, o era infértil. Un hombre podía divorciarse de su esposa aun si encontraba a una mujer más atractiva, pues esto hacía a su esposa “indecente”.
Otro famoso rabino, Shammai, quien vivió antes que Hillel, enseñó que la “indecencia” era solamente algo muy inmoral, como el adulterio. Como se puede ver, entre los fariseos en los días de Jesús, la interpretación liberal de Hillel era mucho más popular que la interpretación de Shammai. Los fariseos vivían y enseñaban que el divorcio era legal por cualquier causa, y por esto el divorcio era excesivamente frecuente. Los fariseos, en su típica forma de ser, enfatizaban la importancia de darle a su esposa un certificado de divorcio con el fin de “no romper la ley de Moisés”.
No Olvides que Jesús le Hablaba a los fariseos
Con todo el conocimiento acumulado hasta ahora, podemos entender mejor en contra de qué hablaba Jesús. Ante Él estaba un grupo de maestros religiosos hipócritas, de los cuales, muchos, si no todos, se habían divorciado una vez o más, probablemente debido a que ellos habían encontrado parejas más atractivas. (Pienso que no es coincidencia que las palabras de Jesús acerca del divorcio en el sermón del monte eran seguidas por sus advertencias acerca de la lujuria, a la que también identificó como una forma de adulterio). Pero ellos se justificaban a sí mismos, diciendo que guardaban la ley de Moisés.
Sus preguntas revelan su prejuicio. Ellos claramente creían que uno podía divorciarse de su esposa por cualquier razón. Jesús habló acerca del poco entendimiento de los fariseos sobre la intención de Dios para el matrimonio apelando a las palabras de Moisés en Génesis capítulo dos. Dios nunca tuvo la intención de que hubiera divorcios, mucho menos divorcios “por cualquier causa”, pero los líderes de Israel se divorciaban de sus esposas, de la misma manera que los adolescentes terminan con sus “novias” hoy en día.
Yo pienso que los fariseos ya conocían el pensamiento de Jesús acerca del divorcio, pues Él había expuesto su punto de vista anteriormente, así pues ya estaban listos para objetarle: “¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?” (Mateo 19:7).
Esta pregunta revela nuevamente su parcialidad en el asunto. Está expuesta de tal forma que pareciera como si Moisés les había ordenado a los hombres que se divorciaran de sus esposas cuando ellos descubrieran alguna “indecencia”, y esto requería un certificado apropiado de divorcio. Pero, según lo que leemos en Deuteronomio 24:1-4, esto no era lo que Moisés había dicho. Él sólo estaba dando una regulación acerca del tercer matrimonio de las mujeres, prohibiéndoles casarse con su primer marido.
Desde que Moisés mencionó el divorcio, este tuvo que haber sido permitido por alguna razón. Pero note cómo el uso que Jesús da en su respuesta al verbo permitió, contrasta con la palabra que escogieron los fariseos, ordenó. Moisés permitió el divorcio; él nunca lo ordenó. La razón por la que Moisés permitió el divorcio fue debido a la dureza del corazón de los israelitas. Esto es, Dios permitió el divorcio como una concesión misericordiosa hacia los pecados de las personas. Él sabía que la gente sería infiel a sus parejas. Él sabía que existirían inmoralidades. Él sabía que el corazón de las personas iba a ser herido. Así que Él permitió el divorcio. Esa no fue la intención original de Dios, pero el pecado hizo necesaria dicha concesión.
A continuación, Jesús habló acerca de la ley de Dios a los fariseos, tal vez definiendo lo que Moisés quiso decir con la “indecencia”: “Cualquiera que repudie a su mujer, salvo por causa de inmoralidad, y se casa con otra, adultera” (Mateo 19:9, énfasis agregado). A los ojos de Dios, la inmoralidad era la única razón válida para que un hombre se divorciara de su esposa, y eso se puede entender. ¿Qué podría hacer un hombre o una mujer que pueda ser más ofensivo para su pareja? Cuando alguien comete adulterio o tiene un romance, él o ella envían un mensaje cruel. Jesús ciertamente no se refería sólo al adulterio cuando se refirió a la palabra “inmoralidad”. Con seguridad los besos apasionados y caricias a la pareja de alguien más, son una inmoralidad ofensiva, como lo es la práctica de ver pornografía, y otras perversiones sexuales. Recuerde que Jesús comparó la lujuria con el adulterio durante el sermón del monte.
No olvidemos a quien se dirigía Jesús, a los fariseos que se divorciaban de sus parejas por cualquier causa y se casaban de nuevo rápidamente, pero que nunca cometerían adulterio, no fuera a ser que quebrantaran el sétimo mandamiento. Jesús les estaba diciendo que ellos se estaban engañando a sí mismos. Lo que estaban haciendo no difería del adulterio, y esto tiene un sentido perfecto. Cualquiera que sea honesto puede ver que un hombre que se divorcia de su mujer para poder casarse con otra, está haciendo lo que cualquier adúltero hace, pero bajo el pretexto de una ley.
La Solución
Esta es la clave para hacer concordar lo expuesto por Jesús, Moisés y Pablo. Jesús simplemente estaba exhibiendo la hipocresía de los fariseos. Él no estaba creando una ley que prohibía el casarse de nuevo. Si Él hubiera prohibido esto, hubiera contradicho a Moisés y a Pablo y hubiera creado gran confusión entre millones de divorciados y millones de personas que se casaban de nuevo. Si Jesús estaba estableciendo una ley sobre el casarse de nuevo, entonces ¿qué le diríamos a aquellos que se han divorciado y vuelto a casar antes de escuchar dicha ley? ¿Debemos decirles que están viviendo en relaciones adúlteras, y sabiendo que la Biblia advierte que los adúlteros no heredarán el Reino de Dios (ver 1 Corintios 6:9-10), instruirlos para que se divorcien de nuevo? Pero, ¿no es que Dios odia el divorcio?
¿Deberíamos decirles que cesen de tener sexo con sus parejas actuales hasta que sus parejas anteriores mueran, con tal de no cometer adulterio en forma regular? Pero, ¿No es cierto que Pablo prohibió a los matrimonios abstenerse de tener sexo? ¿No es cierto que tales recomendaciones conducirían a las tentaciones sexuales y aún a tener deseos de muerte para sus ex-parejas?
¿Deberíamos decirles a estas parejas que se divorcien de sus actuales cónyuges y que se casen con sus primeros cónyuges, algo que era prohibido bajo la ley de Moisés en Deuteronomio 24:1-4?
¿Qué ocurre con la gente divorciada que no se ha casado de nuevo? Si a ellos sólo se les permite casarse en caso de que sus primeras parejas hubieran cometido alguna inmoralidad, ¿quién va a determinar si se cometió o no inmoralidad? Para volver a casarse, ¿se requerirá que algunas personas prueben que su antiguo cónyuge fue culpable de lujuria solamente, en tanto que otros necesitarían traer testigos de las infidelidades de sus parejas?
Como pregunté anteriormente, ¿qué pasa cuando el cónyuge anterior comete adulterio debido, en parte, a estar casado con una persona que se abstenía de tener sexo? ¿Es justo que a la persona que se abstiene de tener sexo se le permita casarse otra vez, mientras que a la persona que cometió adulterio no se le permita casarse de nuevo?
¿Y qué acerca de la persona que comete fornicación antes del matrimonio? ¿No es su fornicación un acto de infidelidad hacia su futuro cónyuge? ¿El pecado de esta persona, no sería equivalente al adulterio si estuviera casado con su futuro cónyuge en el momento de ese acto? ¿Entonces por qué se le permite a esta persona casarse?
¿Y qué pasa con dos personas que viven juntas, sin casarse, y que después terminan con la relación? ¿Por qué se les permite casarse con alguien después de que terminaron, sólo porque no estaban oficialmente casados? ¿Qué diferencia hay entre ellos y los que se divorcian y se casan de nuevo?
¿Y qué acerca del hecho de que “las cosas viejas pasan” y que “todas las cosas son hechas nuevas” cuando una persona llega a ser cristiana (ver 2 Corintios 5:17)? ¿Aplican estas palabras para todos los pecados excepto para un divorcio ilegal?
Todas éstas y muchas preguntas más 4 se puede decir que son razones muy fuertes para pensar que Jesús no estaba hablando acerca de una ley referente al segundo matrimonio. Ciertamente Jesús era lo suficientemente inteligente para darse cuenta de las implicaciones de su nueva ley sobre un segundo matrimonio, si es que Él hablaba sobre eso. Esto en sí es suficiente para decirnos que Él tan sólo estaba exhibiendo la hipocresía de los fariseos, lujuriosos, religiosos, hombres hipócritas que se divorciaban de sus esposas por “cualquier causa” y se volvían a casar.
Con seguridad, la razón por la que Jesús dijo que ellos “cometían adulterio” en vez de simplemente decir que lo que hacían era erróneo, era porque Él quería que ellos vieran que el divorcio por cualquier causa, seguido de un nuevo matrimonio no era diferente del adulterio, algo que ellos creían no haber cometido. ¿Deberíamos de concluir que lo único que le preocupaba a Jesús era el aspecto sexual de casarse de nuevo y que Él aprobaría el nuevo matrimonio en tanto no hubiera sexo? Por supuesto que no. Así que no hagamos que Él diga lo que nunca dijo.
Una Comparación Sabia
Imaginemos a dos personas. Una de ellas es un hombre casado, religioso, quien dice que ama a Dios con todo su corazón, pero que empieza a sentir lujuria por una joven que vive en la casa de al lado. Pronto se divorcia de su esposa y se casa con la joven de sus fantasías.
El otro hombre no es religioso. Él nunca ha escuchado el evangelio y vive una vida pecaminosa que le llega a costar su matrimonio. Algunos años después, como hombre soltero, él escucha el evangelio, se arrepiente, y comienza a seguir a Jesús con todo su corazón. Tres años después él se enamora de una mujer cristiana que conoce en la iglesia. Juntos buscan diligentemente al Señor y escuchan el consejo de otros y luego deciden casarse. Se casan y sirven al Señor y son fieles el uno al otro hasta la muerte.
Ahora, asumamos que ambos hombres han pecado a la hora de casarse de nuevo. ¿Cuál de los dos tiene mayor pecado? Evidentemente el primer hombre. Él es un adúltero.
Pero ¿qué acerca del segundo hombre? ¿Realmente parece que él ha pecado? ¿Se podría decir que no hay diferencia entre él y el primer hombre respecto al acto de adulterio? No lo creo. ¿Deberíamos decirle lo que Jesús le dijo a aquellos que se divorciaban y se casaban de nuevo, informándole que él ahora vive con una mujer no dada por Dios, porque Dios todavía considera que él está casado con su primera esposa? ¿Deberíamos decirle que él vive en adulterio?
Las respuestas son claras. Los que cometen adulterio son las personas casadas que ponen sus ojos en otros que no son sus parejas. Así que el divorciarse de la esposa, porque uno ha encontrado a alguien más atractivo, es adulterio. Pero una persona soltera no puede cometer adulterio, pues no tiene un cónyuge al cual serle infiel; así, una persona divorciada tampoco puede cometer adulterio, pues no tiene ninguna pareja a la cual serle infiel. Una vez que entendemos el contexto bíblico e histórico de lo que Jesús dijo, no imaginaremos conclusiones que no tienen sentido y que contradicen el resto de la Biblia.
Por cierto, cuando los discípulos escucharon la respuesta de Jesús a los fariseos, dijeron, “Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse” (Mateo 19: 10). Comprendamos que los discípulos habían crecido bajo la influencia y la enseñanza de los fariseos, y dentro de una cultura que era muy influenciada por los fariseos. Nunca habían considerado que el matrimonio fuera algo permanente. De hecho, unos minutos antes de esto, probablemente también habían creído que era legal que el hombre se divorciara de su mujer por cualquier causa. Así que rápidamente concluyeron que lo mejor era evitar el matrimonio del todo y así no arriesgarse a cometer el acto de divorcio o de adulterio.
Jesús respondió,
“No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Hay eunucos que nacieron así del vientre de la madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto que lo reciba” (Mateo 19:11-12).
Esto es, que el impulso sexual y/o la capacidad para controlarlo es el factor determinante. Aún Pablo dijo, “es mejor casarse que estarse quemando” (1 Corintios 7:9). Por esto, los que nacieron eunucos o los que se hicieron eunucos por los hombres (como lo hacían aquellos que necesitaban a otros hombres a quienes confiarle el cuidado de su harén) no tienen deseo sexual. Pareciera que aquellos que se hacen eunucos “por causa del reino de los cielos” están dotados especialmente por Dios para tener un dominio propio mayor, por esto Jesús dijo, “no todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes les es dado” (Mateo 19:11).
Pablo acerca de Casarse de Nuevo
Antes de empezar a armonizar las palabras de Jesús sobre el tema de casarse de nuevo con las palabras de Moisés, tenemos que darnos cuenta qua hay otro autor bíblico que está de acuerdo con Moisés y éste es el apóstol Pablo. Pablo claramente escribió que el casarse de nuevo para los que estaban divorciados no era pecado, estando de acuerdo con lo que dice el Antiguo Testamento:
“En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor, pero doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser digno de confianza. Tengo, pues, esto por bueno a causa de las dificultades del tiempo presente: que hará bien el hombre en quedarse como está. ¿Estás ligado a mujer? No trates de soltarte. ¿Estás libre de mujer? No trates de casarte. Ahora bien, si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los que se casan tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar” (1 Corintios 7:25-28, énfasis agregado).
No hay duda de que Pablo se dirigía a las personas divorciadas en este pasaje. Él le aconsejaba a los casados, a los que nunca se habían casado, y a los divorciados a mantenerse en su estado actual debido a la persecución que los cristianos sufrían en ese tiempo. Sin embargo, Pablo claramente dijo que las personas divorciadas y las vírgenes no pecaban si se casaban.
Note que Pablo no calificó la legitimidad de un nuevo matrimonio para las personas divorciadas. Él no dijo que el casarse de nuevo era sólo permitido si la persona divorciada no tenía culpa de su divorcio anterior. (Y ¿qué persona está calificada para juzgar este tipo de cosas sino Dios?). Él no dijo que el casarse de nuevo era sólo permitido para aquellos que se habían divorciado antes de su salvación. No, él simplemente dijo que el casarse de nuevo no era pecado para las personas divorciadas.
¿Estaba Pablo de Acuerdo con el Divorcio?
El hecho de que Pablo aprobara una política permisiva sobre casarse de nuevo, no implica que Pablo era tolerante en lo que se refería al divorcio. No, Pablo se oponía claramente al divorcio en general. Anteriormente, en este mismo capítulo de su primera carta a los corintios, él estableció una ley que armoniza con el odio que Dios le tiene al divorcio:
“A los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. A los demás yo digo, no el Señor, que si algún hermano tiene una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido no creyente es santificado por la mujer; y la mujer no creyente, por el marido. De otra manera vuestros hijos serían impuros, mientras que ahora son santos. Pero si el no creyente se separa, sepárese, pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a vivir en paz Dios nos llamó. ¿Qué sabes tú, mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, marido, si quizá harás salva a tu mujer? Pero cada uno viva según los dones que el Señor le repartió y según era cuando Dios lo llamó: esto ordeno en todas las iglesias” (1 Corintios 7:10-17).
Nótese primeramente que Pablo se dirigió a los creyentes que estaban casados con otros creyentes. Por supuesto que ellos no deberían divorciarse y Pablo dijo que ésta no era su instrucción, sino la del Señor. Y ciertamente esto está de acuerdo con todo lo que hemos leído de la Biblia hasta ahora.
Aquí es donde esto se pone interesante. Pablo obviamente conocía la realidad lo suficiente como para darse cuenta que aun los cristianos podían divorciarse en ciertos casos. Si esto ocurre, Pablo dijo que la persona que se divorcia de su pareja debería permanecer sin casarse o reconciliarse con su cónyuge. (Aunque Pablo le da estas instrucciones a las esposas, yo pienso que las mismas reglas aplicaban para los hombres).
Otra vez, lo que Pablo escribe no debe sorprendernos. Primeramente, él habla de la ley de Dios acerca del divorcio, pero él es lo suficientemente inteligente para saber que la ley de Dios no es siempre obedecida. Así que, cuando el pecado del divorcio ocurre entre los creyentes, él da más instrucciones. La persona que se divorcia de su cónyuge debe permanecer soltera o, en su defecto, debe reconciliarse con su pareja. Esto ciertamente sería lo mejor en una situación de divorcio entre dos cristianos. En tanto no se casen de nuevo, todavía hay esperanza de una reconciliación, y esto sería lo mejor. Por supuesto, que si alguno de los dos se casa de nuevo, esto elimina la posibilidad de una reconciliación. (Y obviamente, si hubieran cometido un pecado imperdonable al divorciarse, no existiría razón para que Pablo les dijera que se quedaran solteros y buscaran la reconciliación).
¿Supone usted que Pablo era lo suficientemente inteligente para saber que su instrucción para los creyentes divorciados no iba a ser obedecida siempre? Así pienso yo. Quizás él no dio más instrucciones a los creyentes porque esperaba que los verdaderos creyentes siguieran su primera instrucción acerca de no divorciarse, y por eso sólo en casos extremos se necesitaba su segunda instrucción. Ciertamente, si los verdaderos seguidores de Cristo tienen problemas maritales, harán todo lo que esté a su alcance para preservar sus matrimonios. Y, con seguridad, un creyente que ha tratado de mantener su matrimonio varias veces y sólo encuentra la alternativa del divorcio, tratará de no casarse otra vez debido a su deseo de honrar a Cristo y buscará la reconciliación si aún hay esperanza. Me parece que el problema real en la iglesia moderna en cuanto al divorcio es que hay una gran cantidad de creyentes falsos que nunca han creído verdaderamente, lo cual les ha impedido someterse a Dios.
Está bastante claro lo que Pablo escribe en 1 Corintios 7 acerca de que Dios tiene expectativas más altas de los creyentes, de aquellos que son guiados por el Espíritu Santo, no así de los inconversos. Pablo escribió, como lo leímos, que los creyentes no deberían divorciarse de sus parejas no creyentes si estas parejas consienten en vivir con ellos. Una vez más, esto no debe sorprendernos, pues está de acuerdo con todo lo que hemos leído acerca de este tema en la Escritura. Dios está en contra del divorcio. Sin embargo, Pablo dice que si el inconverso desea divorciarse, el creyente debe aceptarlo. Pablo sabe que el que no es creyente no está sometido a Dios y por esto no se espera que actúe como un creyente. Podría agregar que cuando el inconverso consiente en vivir con el creyente, significa dos cosas: que el inconverso es potencialmente abierto al evangelio, o que el creyente no es genuino y se está alejando de los caminos de Cristo.
Ahora, ¿podría usted decir que un creyente, que se ha divorciado de un no creyente, no es libre de casarse otra vez? Pablo nunca dijo tal cosa, como sí lo hizo en el caso de que dos creyentes se divorciaran. Tendríamos que preguntarnos por qué Dios se opondría a que un creyente se casara de nuevo al haberse divorciado de su pareja no creyente. ¿Qué propósito tendría eso? Ahora, esto parece estar aparentemente en contra de lo que Jesús dijo acerca de casarse de nuevo: “el que se casa con la repudiada, comete adulterio” (Mateo 5:32). Otra vez, esto me hace sospechar que hemos malinterpretado lo que Jesús deseaba comunicar.
solo aclarar que para moises pablo y jesus si se aceptaba el divorcio y no por mandato de ellos si no mandato divino te dejo el comentario tu saca tu conclusion