Un conductor de autobús se sintió molesto con lo que observó. Al final de su ruta había un campo desierto donde los “marrones” de la localidad habían arrojado su basura, transformándolo en un basurero clandestino. El conductor tenía por lo menos una parada de siete minutos varias veces por día. Se había cansado de ver este desorden y un día decidió salir de su autobús y emplear los pocos minutos de su tiempo de espera recogiendo algunas botellas y latas.
Al día siguiente trajo una bolsa mayor y unos guantes, y durante cada parada juntaba un poco más de basura. Después de una semana de hacerlo, estaba tan animado por el cambio que había conseguido en el campo que decidió emplear todo su tiempo libre para limpiar el jugar. Trabajó durante todos los meses de invierno y, cuando llegó la primavera, decidió sembrar algunas flores.
Al final del verano, algunos de sus constantes pasajeros comenzaron a ir con él hasta el final del recorrido solamente para ver lo que el conductor había logrado. Había convertido un basurero en un prado… en períodos de unos pocos minutos y toda la comunidad fue beneficiada.
Nuestros vecindarios son tan buenos como aquellos que viven en ellos. ¡Haga del suyo un lugar aun mejor para que usted y sus vecinos puedan llamarlo hogar!
Cuando trabaja para otros, hágalo con el mismo entusiasmo como si fuese para usted mismo.
Filipenses 2:4
No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.
bueno