En un viaje que hice recientemente estaba sentado detrás de dos niños pequeños que no estaban nada contentos de estar en aquel avión. Sus llantos de queja llenaban la cabina.
Justo antes de despegar, una azafata se detuvo junto a ellos y les dijo con una gran sonrisa: “¿De qué se trata todo este quejido?” Luego de hacerle gracia al irritable niño de 3 años y a su hermanita por unos minutos, la azafata se inclinó y les susurró muy seriamente: “Debo recordarles que en este vuelo no se permiten las quejas.”
Los pequeños se quedaron increíblemente callados. Eso hizo sentir mejor a todo el mundo. El viaje se hace muy largo cuando uno se tiene que sentar en la sección de quejas.
Estoy seguro de que Dios quisiera recordarme cada mañana que Él desea que el día de hoy sea un vuelo donde no se permiten las quejas.
Filipenses 2:14 dice que hagamos todo “sin murmuraciones y contiendas”. Aunque mi tendencia natural es quejarme, Dios desea otro abordamiento: uno que permita que su luz brille a través de mí y anime a los demás (v. 15).
Si no nos quejásemos nunca, ¿cómo afectaría eso a nuestra familia y amigos? ¿Qué podemos decir de nuestra capacidad de compartir la Palabra de vida con otros? (vv. 15, 16).
¿Quejarnos o no quejarnos? He ahí nuestra elección.
Filipenses 2:14.
Haced todo sin murmuraciones y contiendas.
Es difícil no quejarse cuando las cosas no marchan bien pero si confiamos en Dios y su voluntad sabemos que el cuida de nosotros y nada ni nadie nos separara del Amor de Dios en Cristo Jesús.
Gracias x el consejo.
Yo lo hice; xq había entendido que todo lo lo debía decir a Dios.
Así entendí que todo le tenía que decir a Dios.
Me quejaba de lo que me hacían. Ahora que Dios nos ayude; y no seguir haciendolo
Que la palabra sea para edificar bendecir
Simple mente me gustó
Gracias Dios, entendí clarito el mensaje…. Muchas bendiciones….