Los monos macacos japoneses trabajan duro solo para sobrevivir en su frío hábitat.  Deben trepar monta;as altas a menudo para conseguir comida. Sin embargo, toman frecuentes descansos, se renuevan a sí mismos, y hasta pasean un poco. Parecen tener un conocimiento innato de que trabajar mucho sin detenerse a jugar los lleva a estar exhaustos, y quizá a la extinción.

A diferencia de los monos, muchos trabajadores japoneses han trabajado sin descanso hasta morir.  Las ansias por un buen rendimiento -demostrado no solo por el interés en la producción, sino también por las horas dedicadas- impregnan su cultura.  Este síndrome trágico se ha convertido en algo tan conocido que tiene su propio nombre: karoshi.

Es triste que las actividades de los monos parecieran tener más sentido que las actividades humanas. Como a los monos, a los humanos nos han inculcado ciertos instintos que nos dicen lo que nuestros cuerpos, mentes y espíritus necesitan. Coman cuando les baja el azúcar, duerman cuando están cansados, busquen la calma cuando el ruido del mundo les moleste mucho, y así en todas nuestras necesidades.

No se mate tratando de ser la estrella en el trabajo. En vez de eso tómese su tiempo de descanso y cómase una banana.

Aprender a dejar algunas cosas sin hacer es en verdad satisfactorio.

Salmo 127:2
Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño.