Hubo una vez, hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura. Como ya es sabido las guerras traen consigo rencores, envidias, muchos problemas, muchos muertos y mucha hambre. La gente no puede sembrar, ni segar, no hay harina ni pan.
Cuando este país acabó la guerra y estaba destrozado, llegó a un pueblecito un soldado agotado, harapiento y muerto de hambre. Era muy alto y delgado.
Hambriento llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando vio a la dueña le dijo:
-Señora, ¿No tenéis un pedazo de pan para un soldado que viene muerto de hambre de la guerra?
Y la mujer le mira de arriba a bajo y responde:
-Pero, ¿Estás loco? ¿No sabes que no hay pan, que no tenemos nada? ¡Cómo te atreves!
Y a golpes y a patadas lo sacó fuera de la casa.
Pobre soldado. Prueba fortuna en una y otra casa, haciendo la misma petición y recibiendo a cambio peor respuesta y peor trato.
El soldado casi desfallecido, no se dio por vencido. Cruzó el pueblo de cabo a rabo y llegó al final, donde estaba el lavadero público. Halló unas cuantas muchachas y les dijo:
-¡Muchachas! ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?
Las muchachas se mofaron de él diciendo:
-¿Una sopa de piedras? No hay duda de que estás loco.
Pero había unos niños que estaban espiando y se acercaron al soldado cuando éste se marchaba decepcionado.
-Soldado, ¿te podemos ayudar? Le dijeron.
-¡Claro que sí! Necesito una olla muy grande, un puñado de piedras, agua y leña para hacer el fuego.
Rápidamente los chiquillos fueron a buscar lo que el soldado había pedido. Encienden el fuego, ponen la ola, la llenan de agua, lavan muy bien las piedras y las echana hasta que el agua comenzó a hervir.
-” ¿Podemos probar la sopa?” preguntan impacientes los chiquillos.
-¡Calma, calma!.
El soldado la probó y dijo:
-Mm… ¡Qué buena, pero le falta una pizquita de sal!
-En mi casa tengo sal -dijo un niño. Y salió a por ella. La trajo y el soldado la echó en la olla.
Al poco tiempo volvió a probar la sopa y dijo:
-Mm… ¡qué rica! Pero le falta un poco de tomate.
Y un niño que se llamaba Luis fue a su casa a buscar unos tomates, y los trajo enseguida.
En un periquete los niños fueron trayendo cosillas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.
La olla se llenó, el soldado removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:
-Mm… es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida. ¡Venga, venga, id a avisar a toda la gente del pueblo que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡Que traigan platos y cucharas!
Repartió la sopa. Hubo para todos los del pueblo que avergonzados reconocieron que, si bien era verdad que no tenían pan, juntos podían tener comida para todos.
Y desde aquel día, gracias al soldado hambriento aprendieron a compartir lo que tenían.
Jesús dijo:
“Mas bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Así como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por mucho” (Mateo 20:28).
“Amaos unos a otros con amor fraternal” Romanos 12:10
MUY BUENA REFLECCION.
¡Te amo Dios! ¡ Te amo Jesús ! Gracias por lo que han echo conmigo y por mi!. Y gracias por todo lo que hacen por nosotros, por amarnos tanto, a pesar de que muchas veces lo herimos, no actuando como ustedes quisieran, pero su amor es más grande y nos perdona una y otra vez. Ese amor es el cual ilumina mis Días, el cual me da consuelo de que alguien mas fuerte y grande que yo, me ama y me protege! UN BESO Y ABRAZO A TODOS! QUE DIOS LOS BENDIGAA!
Buenos dias; estoy buscando, la salvacion y un aliento de vida ETERNA enmedio de los vaivenes de este mundo.
todo lo que dicen es cierto pero el que no tiene nada que puede compartir por eso yo les digo que cada dia me ciento mas mal porque no puedo ayudar a nadie porque no tengo ni para los animales.Ni trabajo tengo y no puedo pagar mis deudas estoy tan mal que haveces siento que dios me ha habandonado.
Gracias por esas reflecciones ami me an alludado mucho pues me ciento mal deprimida pero leer sobre dios. nuestro padre redentor me an aclarado
Mucho mi mente