“Y todos sírvanse unos a otros con humildad” 1 Pedro 5.5.
Semáforos, avisos y otras señales de tráfico juegan un papel importante en nuestro diario vivir. Esas señales toman decisiones por nosotros.

Cuando llegamos a una intersección no tenemos que decidir si es seguro proceder, pues la señal nos lo dice. Si está en rojo, nos detenemos, si es verde, procedemos o si es amarilla, aceleramos. Si no hubiesen señales o semáforos en las intersecciones, tendríamos que usar nuestro propio juicio para determinar nuestra seguridad y la seguridad de otros.

Si esa responsabilidad cayera únicamente sobre la mente y mano de los conductores, es muy posible que se desate un caos y una matanza. Lo interesante es que la gente no tiene que detenerse, proceder, girar o ceder. Las señales solo presentan la opción de supervivencia más segura, típica y legal.

El conductor puede escoger ignorar las señales u obedecerlas. Tal vez no haya ningún daño inmediato como resultado de ignorarlas. Pero está garantizado que si esta es la practica usual de alguien, en algún momento alguien va a salir herido. Es el orgullo el que nos convence de que podemos hacer lo que queramos sin repercusión. Aun cuando seguimos las señales suceden accidentes.

Este versículo en 1 Pedro habla del mismo concepto. Si nos sometemos por amor los unos a los otros, muchas colisiones pueden ser evitadas. Pero si escogemos ignorar la ley de Dios, Habrá gente herida. Aunque los “accidentes” suceden, depende de nosotros el vivir pacíficamente con los demás.

Para continuar con la analogía de transito, la “señal” que debemos estar buscando es cualquier y cada interacción con otras personas. En el momento en que vemos a otra persona, sabemos que es tiempo de someternos en humildad.

Sabemos que debemos bajar la velocidad, usar precaución y cuidado. Tan pronto cruzamos camino con otro ser humano, es importante que cedamos o renunciemos a nuestro “derecho de vía” humildemente. Adicionalmente, la sumisión en esta instancia es tan simple como no ponerse a uno mismo primero o el no exigir nuestro “derecho de vía”.

Nuestras vidas son interceptadas continuamente, cruzando caminos, por lo tanto necesitamos estar continuamente sumisos los unos con los otros, por amor. Si no lo haces así, puedes esperar un embotellamiento en la vía de la vida y es seguro que aquellos atrapados en el trafico detrás de ti, esperando a que ese desorden que tu creaste sea arreglado, no van a estar contentos.

Así que todos deberíamos hacernos u favor….y manejar con cuidado!

Robert Vander Meer.
www.laarboleda.net
“Una Comunidad Para Una Sexualidad Sana”.