“Pues todos ustedes son hijos de la luz y del día; no pertenecemos a la oscuridad y a la noche. Así que manténganse en guardia, no dormidos como los demás. Estén alerta y lúcidos.” 1 Tesalonicenses 5.5-6.

Pablo dice acá que si estás en una relación con Dios, entonces eres hijo de la luz y del día.

Antes de esta relación, éramos hijos de la oscuridad o noche.

En Efesios 5.8 Pablo dice que literalmente fuimos oscuridad. Ahora que nacimos en la luz, debemos vivir en la misma.

El describe a las personas de la oscuridad como “Durmientes”. No literal al dormir sino es más bien una metáfora.

Ellos caminan por la vida con una renuencia indiferente, dejando que las cosas simplemente sucedan.

Esta es la actitud o perspectiva de la noche. Llamémosla la “Indiferencia del Viernes por la Noche”, el sentimiento de estar feliz con haber terminado el trabajo de la semana. Es el tiempo de relajarse, de tomarse algo y olvidarse del mundo y de lo que te importa.

Bueno, eso estaría bien si solo sucediese el viernes o el sábado por la noche. Pero cuando vives tu vida de esta manera, intentando escapar la realidad a través de la indiferencia ante la idea de responsabilidad o propósito, terminas viviendo una vida insatisfecha. Por esta razón Pablo dice, “No durmamos como los demás”. Por que un hijo de la luz debería de vivir o actuar así?

Mis padres solían decirme que yo era holgazán. Y cuando era joven yo pensaba que ellos tenían la razón. Que fue una decisión que tomé por mi cuenta. Como si al ser hijo de la luz yo escogí vivir como el hijo de la oscuridad (en este caso refiriéndose a la indiferencia). La realidad fue que yo crecí como un niño emocionalmente temeroso. Aunque mis padres si me amaban, mis dos hogares estaban en constante Guerra entre si y mi dolor vino a ser un daño colateral. Yo no quería ayudar en ciertos proyectos en la casa o en el jardín porque usualmente me sentía un fracaso, a causa de presiones externas o internas. Entonces era más fácil, más SEGURO, el ser indiferente. Era más seguro el no invertir o ponerme vulnerable de esa manera. Podía ignorar el dolor de mi familia y el mío, al dejar de prestar atención, al alejarme, al desconectarme.

El dejar las cosas para más tarde fue una de las maneras que aprendí para protegerme del dolor y mis miedos. Era un hijo de la luz, viviendo emocionalmente como si estuviese dormido.

Conoces a Dios? Eres un hijo de la luz? Te encuentras “durmiendo” en tu caminar de la vida para así sentirte seguro y aislado del dolor?

Es hora de dejar todo eso. En vez, abre tus ojos, date cuenta que tienes a alguien para ayudarte en las cosas dolorosas que te he han mantenido paralizado y sonámbulo.

Enfrenta el dolor y permite que Dios te traiga sanidad. No eres un fracaso ni estás solo. Has sido herido y lo has enfrentado con maneras no saludables. Es hora de reconocer las heridas por lo que son y que empieces a verte como lo que realmente eres, hijo de la Luz.
Robert Vander Meer
www.laarboleda.net
“Una Comunidad Para Una Sexualidad Sana”.