¿Afectará realmente el soñar nuestras vidas?  ¿Hará alguna diferencia en la manera como manejamos nuestras vidas en medio de las dudas e incertidumbres?

¡Sí lo hace!

A veces lo que hace de nuestro día uno más relajado, dándonos una sensación de ligereza es disfrutar la libertad de sonar sobre buenas cosas que quisiéramos que pasaran en nuestras vidas… sin límites ni fronteras.  Pudiéramos pensar libremente de cosas que sabemos con seguridad que harían más bien que mal a nuestras vidas.

No sabemos qué nos reserve el futuro.  Las cosas que hacemos hoy son parte de cómo visualizamos el tipo de vida que queremos disfrutar mañana.  Tratamos con las cosas a nuestra manera; somos planificadores de nuestro propio mundo.

A veces somos invadidos por la adversidad que bloquea nuestro camino y distrae nuestro enfoque.  Pero aún con disturbios en el camino que actúan como oponentes que pudiésemos estimar como más Fuertes que nosotros, todavía optamos por ganar.

El perder no es una opción; nadie juega para perder.  Nadie desea el fracaso propio.

Soñar es gratuito; cada uno de nosotros tiene sus propios sueños.  Soñamos… y esos sueños a veces sacan fuera lo que realmente somos en términos de maneras en que tratamos con las cosas.  Tendemos a actuar de acuerdo al tipo de sueños que tengamos, con toda libertad de hacer realidad nuestros sueños.

Normalmente, la gente piensa en cosas que les ayuden a crecer, pero hay aquellos que toman acciones ilegales para obtener lo que desean.

Un sueño para mí es una imagen del lugar donde queremos hallarnos algún día; es como queremos vernos en el tiempo venidero, y es como un borrador de nuestro propio diseño de cómo queremos que las cosas se vean para cuando lleguemos allí.

Hay aquellos que solo dibujan en sus mentes la imagen de sus sueños en el futuro.

Hay quienes ponen en papel las cosas que quieren tener, ya sea escribiéndolos o dibujándolos.

Hace un mes, estaba en el teléfono conversando con una de mis amigas que, como otra gente, sueña con una casa sencilla en la que ella pueda vivir con seguridad con sus hijos; una parcela de tierra donde pudiera hacer lo que realmente disfruta: sembrar distintos tipos de plantas, árboles frutales y plantas que florecen, y donde pudiera tener a sus animales domésticos favoritos.

Escuchaba feliz lo que ella tenía que decir, pero me llegó al corazón cuando su voz sonó tristona de repente al pronunciar estas palabras: “Ya estoy muy feliz de ver mi propio sueño llegar a ser realidad en un simple juego, ‘Farmville’.  A veces me torno muy emotiva cuando atiendo mi granja en ‘Farmville’ en ‘Facebook’, pensando en que la realización de mi sueño dependa solo de este juego, solo seguirá siendo una fantasía porque para mí, está lejos de la realidad.

Tal vez porque no solo trabajo por mi propia satisfacción sino por el bienestar de toda mi familia… pensando más en lo que les puedo brindar y sacrificando mis deseos personales.  Puede que no sea tan afortunada como otra gente, pero me siento muy feliz con lo que tengo.

Tengo genuina felicidad en mi corazón al ver a mi familia disfrutar la vida que viven hoy… el tipo de vida que nunca tuvimos en el pasado.

¡Estoy encantada de ayudar a mis hijos trabajar en sus sueños a hacer esos sueños realidad!”

Soñar mantiene nuestras vidas en movimiento; nos mantiene andando.  Soñar es algo que hace la diferencia en nuestras vidas; nos hace más energéticos, más valientes y más positivos al tratar con la vida.  Nos da una mejor vista de la vida por lo que probablemente aprendemos a hacer más pacientes y permanecer esperanzados en hallar, en nuestro futuro, las cosas que soñamos.

Al soñar, no hay lugar para el fracaso.

Por supuesto que pensamos de cosas que nos harán felices.  Pero siempre debemos tener en mente que Dios sabe lo que es mejor para nosotros… nos da lo que merecemos.

James Patrick Cabacungan, copyright 2010

Fuente: www.motivateus.com

Soñar es fundamental si realmente deseamos vivir vidas plenas… ya que soñar nos permite enfocar no sólo en el presente cargado de dificultades y desafíos que muchas veces parecieran trascender nuestra capacidad para enfrentarlos, sino en un futuro deseado.  Es por eso que pareciera lógico que más sueñen los jóvenes que los viejos, pero cuando tenemos al Señor en nuestros corazones, esa limitación pareciera ser borrada por el Espíritu Santo.  De hecho, Pedro cita al profeta Joel indicando que el Espíritu permitiría a nuestros ancianos “soñar sueños”.  Y así como Caleb soñó por años poseer su heredad en Canaán y a los ochenta abrazó su realización, de igual manera todos podemos seguir soñando…si le damos libertad al Señor para mantenernos siempre expectantes del futuro, convencidos de que lo mejor está por delante.  Adelante, sigamos soñando y que Dios les bendiga.

Raúl Irigoyen.
El Pensamiento del Capellán.