“Y no habrá dios capaz de librarlos de mis manos”
Daniel 3:15 (N.V.I.)
Uno de los grandes imperios del mundo antiguo fue Babilonia y uno de los reyes que la historia recuerda es el rey Nabucodonosor. En la Biblia podemos encontrar referencia en el libro del profeta Daniel, en el Antiguo Testamento. En el capítulo 3 se narra como un día este rey decide erigir una estatua de oro, ésta tenía unos 27 metros de alto y unos 2,7 m de ancho. La Biblia no específica si esta era de oro macizo o si representaba un hombre, un dios o por sus dimensiones, un obelisco, lo que la Biblia si afirma es el hecho que este rey decretó un edicto que obligaba a todos los seres de la tierra a inclinarse ante la estatua y adorarle, de lo contrario quien no lo hiciera sería irremediablemente arrojado a un horno en llamas.
Pues, tres jóvenes no aceptaron tales condiciones, servían al Dios Altísimo y no estaban dispuestos a inclinarse ante otros dioses ni a adorar a ninguna otra cosa fuera de su Dios. El rey por medio de unos astrólogos que acusaron a estos muchachos se enteró de la situación y les mandó a llamar para retarles al decir que si no obedecían no habría dios capaz de librarles de su mano. He aquí las poderosas palabras de estos jóvenes ante las de Nabucodonosor:
“Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de su majestad, pero aún si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no honraremos sus dioses ni adoraremos su estatua” (Daniel 3:17-18) (N.V.I.)
Estos jóvenes estaban retando al rey y a todo el sistema por amor y obediencia a su Dios. ¡Que determinación en sus palabras!
¿Puede usted utilizar su imaginación para ubicar una estatua de oro puro y con unos 30 metros de altura justo en medio de una emblemática zona de su localidad? ¿ Se imagina lo que todos harían? Pues, sin duda llamaría poderosamente la atención y quien sabe cuantos pensamientos traería a nuestra mente al verla ¿no es cierto? Pero claro, hoy no suceden esas cosas muy frecuentemente, por lo menos en el mundo material.
Esa estatua podría representar esas cosas en el que sistema nos obliga a ceder; es cierto que amamos a Dios y queremos obedecerle, pero si todo el mundo hace “esto” o “aquello” ¿por qué no lo puedo hacer yo también? Llega un momento como hijos de Dios que tenemos dos opciones: inclinarnos ante la “estatua” es decir ceder ante el sistema, ante la manera de pensar de la gente común y hacer lo que todos hacen o pararnos firmes ante eso y decir un rotundo NO, tal y como hicieron los jóvenes en Babilonia, sin importar que el precio a pagar es entrar en el horno de fuego.
Nosotros mismos conocemos esas “estatuas” en nuestras vidas a las que sentimos el deseo de inclinarnos y sería inútil enumerar algunas, pero hay cosas que no agradan a Dios y sin embargo casi todos lo hacen normalmente y con su propia justificación (en el caso de Babilonia había “justificación”, ¡era un edicto real!): “todos lo hacen”, “eso no le hace daño a nadie”, “hay que tener mente abierta”, “¡no seas anticuado!” Y si no lo hacemos caemos en el horno de fuego de las críticas, de los insultos, del “que dirán”, del dolor que causa muchas veces decir que no y exponernos a la soledad, de ser valientes y enfrentarnos a las consecuencias de un error sin huir… los hornos en llamas son tantos.
En la historia el rey se enfureció tanto ante las palabras de estos jóvenes que mandó a que calentasen el horno 7 veces más de lo normal, y les echó allí. Sorprendido vio que dentro del horno no habían tres ¡sino cuatro personas! El cuarto era como un dios, según las palabras mismas del rey, entonces les mandó a salir del horno y cual sería su sorpresa que ¡ni uno solo de sus cabellos se había quemado! ¡Ni siquiera su ropa olía a humo! A lo que el rey mismo declaró:
“¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en Él y, desafiando a la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo.” (Daniel 3:28)(N.V.I)
Mis estatuas están allí, yo las conozco bien y las veo todo el tiempo, también conozco los hornos de fuego que me esperan si no cedo y me inclino ante ellas, pero yo quiero ser como los jóvenes de Babilonia, determinados a sufrir y a morir antes de ceder al sistema, al final, nuestro Señor no está entorno a la estatua, sino en el horno y mi deseo es estar donde Él esté. Mi confianza es que Dios me puede librar del horno, pero aunque no lo haga, de todas maneras no me inclinaré ante la estatua.
¿No te parecería maravilloso escuchar de boca de aquellos que te han visto entrar en el horno de fuego por no inclinarte ante la estatua las mismas palabras que el rey declaró a viva voz?:
“¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!” (Daniel 3:29)
Rocco Cicchetti
hola que linda reflexion me ayudo a decidir en algo que me tenia intranquila en lo que devo hacer o el que diran. Dios los bendiga
Es muy cierto que la reflexion es muy linda y aleccionadora pero podemos ir mas alla teniendo en cuenta que hay mandatos del Señor que son muy trascendentes y que las mayoria de las poersonas no observan. Por ejemplo el mandato de guardar el dia sàbado, sinlas personas reflexionaran acerca de esto se podrian dar cuenta que le estan fallando al Señor cuando dicen que da igual un dia que otro, lo mismo que dirian los demas judios en el valle de Dura, “no importa si nos inclinamos, a fin de cuenta lo que importa es salvar la vida y no es tan importante el rendirle culto a la imagen”. La imagen de hoy dia es el domingo o cualquier otro dia en el que rindamos adoracion a Dios. Piensenlo
Dios siempre nos protege y cuida de nosotros
Realmente es maravilloso pensar o mas bien creer que Dios esta siempre con nosotros y que en los momentos mas dificiles de nuiestra vida no nos abandona sino al contrario nos proteje de todo y contratodo. somos nosotros los que aveces no dejamos que Dios resuelva nuetros problemas, porque nosotros no nos ocupamos de las suyas. de tal manera que debemos fortalecer mas nuetra fe……gracias.
Ciertamente Dios nos libra de las llamas del horno.. esta es una de las enseñanzas que nos motivan a confiar mas en aquel que entrego a su unigenito en sacrificio para librarnos de la muerte… seamos como Daniel y confiemos nuestras vidas a Jehova.. recordemos que El nos creó. la OBEDIENCIA es la que nos da la PAZ y la CONFIANZA para enfrentar las pruebas que tenemos a diario. DIOS les GUARDE y les continue BENDICIENDO.