Todos tenemos sueños; algunos nacemos con ellos y otros simplemente tropezamos con nuestro llamado. No fui diferente; yo también tuve un sueño: cuando dormía, soñaba con vivirlo; cuando me levantaba, trabajaba para vivirlo.

Un buen día, alguien me dijo; “Viajar es mejor que arribar”.

En ese entonces, me reí, sin comprender en realidad cómo era eso aún posible. Y no me di cuenta cuán cierto era hasta que tuve lo que quería. Fue entonces cuando me di cuenta de repente que la persona que vive el sueño es diferente que la que ha trabajado por él. Ahora me he convertido en una persona más sabia, calmada, fuerte y apasionada.

TravesíaLa travesía me había transformado. Cometí errores y aprendí de ellos. Me caí y aprendí a levantarme de nuevo. Lloré y aprendí a secarme mis lágrimas. Hice amistades y aprendí a valorar a la gente. Me hice de enemigos y aprendí a valorar las lecciones. La travesía había transformado una tonta oruga en una hermosa mariposa, esperando ansiosamente explorar el mundo con sus recientemente halladas alas.

Así que amigos, siempre recordemos: “La experiencia es el mejor maestro y con ello, no hay garantías de que llegaremos a ser artistas; sólo la travesía cuenta”.

Así que… ¡salud a una nueva travesía!

Priya Agarwal, copyright 2012
Fuente: http://www.motivateus.com/

Hace años llegué a la conclusión de que si tan sólo vivía para celebrar los momentos de triunfo en mi vida, estaría viviendo muy poco… y es que esos momentos son muy breves en comparación con el esfuerzo y recorrido que tomamos para llegar a ellos. Por ejemplo, invertimos 4 ó 5 años de estudios para alcanzar una licenciatura universitaria que se ve premiada con una ceremonia de graduación de dos horas como máximo. Si bien ese diploma abre puertas a un mundo profesional, tan sólo nos concede el nivel de “novatos” en un mundo de expertos que nos han precedido. Creo que el autor del pensamiento de hoy da en el blanco al llamarnos a simplemente disfrutar de la travesía… eso habrá de garantizar una vida plena y llena de sabores. Adelante y que Dios les continúe bendiciendo.

Raúl Irígoyen
El Pensamiento Del Capellán

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