En la vida hay muchos ejemplos de lo bueno y lo malo. La religión es lo principal en la vida de mucha gente, mientras que los estándares legalistas delinean las reglas por las que la sociedad nos gobierna. Para mí no es singular en un aspecto ó la combinación de ambas que conforman la trama de la decencia moral.
Lo que forma mi base de lo bueno y lo malo se remonta a antes de la formación de la religión organizada ó códigos legales al núcleo de la humanidad: la relación de un hijo con su madre.
Si nos sentamos y pensamos de nuestros recuerdos más tempraneros, algunas cosas resaltan tales como un momento feliz en el cuadro de béisbol o quizá un momento de temor experimentado cuando niños. Cuando estos recuerdos me llegan, es difícil organizarlos cronológicamente; pero lo que sí es cierto es que mi madre siempre estuvo allí.
Te recuerdo en cada momento importante de mi vida. Sin importar de dónde y cómo fueron formados, siempre estuviste allí. Si no en cuerpo, el pensamiento de tu ánimo ó tu ayuda siempre estuvo en mi mente. Es así que aprendí la diferencia entre las dos, ya que esto se hizo posible por mi relación contigo.
A veces fue difícil aceptar tus palabras como verdad, especialmente en mi adolescencia cuando todo lo que quería hacer era rebelarme. Al tener el placer del tiempo pasando, ahora me doy cuenta que eras la persona correcta para decidir.
Me lleva a decir que tal vez hay verdad en el dicho que reza que un hombre siempre se casa con alguien como su madre. Sí, eres una mujer hermosa y educada, pero esos son rasgos genéricos al buscar a una mujer. Son tus rasgos interiores los que realmente busco en otra.
Busco tu paciencia, tu ánimo, tu amor incondicional. Busco tu humildad, tu decencia, tu encarnación del hogar. Necesito tu buen humor, tu fortaleza, tu determinación, pero sobre todo, necesito a alguien que sea leal.
Aunque me humilla decirlo, pero la verdad de la vida es siempre desafiante a no tardarnos. No puedo pensar en alguien más en la tierra a quien me parezca mas; después de todo, escogiste a mi padre y aquello funcionó. Sé que hemos tenido nuestras desavenencias y peleas, pero quiero que sepas que tú siempre estuviste en lo correcto.
Con muchos años por delante, ansío ver si habrá alguna otra mujer allá fuera que sea como tú y como yo. Sé que no la he conocido aún porque resulta claro que no he sentido el tipo de amor que hay entre tú y yo.
Si llega el día en que conozca a mi esposa, espero que estés allí que escogí a la correcta. Si por casualidad no estás ya aquí, siéntate y sonríe y veme escoger de manera correcta. Después de todo, es por ti que todavía estoy en esta lucha.
Hunter Mitchell – U.S.M.C. 2005-2009, copyright 2012
Fuente: www.motivateus.com
No cabe duda de que el impacto de una madre es muy importante en la vida de sus hijos… si bien está llamado por Dios a ser complementado por el del padre. Pero no hay duda que es ella quien más influye en los hijos en los primeros años de vida de aquellos al desarrollarse una relación íntima entre la criatura y su madre la que el padre puede apoyar pero no estar presente en realidad de manera tan relevante.
El pensamiento de hoy es una reflexión de un infante de marina de los EUA (gente considerada muy poco sentimental) en la que reconoce cuánto lo liga a su madre. Creo que todos pudiésemos agregar otro tanto, ¿verdad? Si bien no todos gozamos el privilegio de tenerlas a nuestro lado hoy, los que sí, demos especialmente gracias a Dios y expresémosles a ellas nuestra gratitud aprecio.
Adelante y que el Señor les bendiga.
Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán