Muy apreciado y siempre recordado pastor
Con gran alegría, y no sin cierta preocupación, he leído la carta que ha llegado a mis manos la pasada semana. Había estado deseando tener noticias suyas y por fin mi deseo ha sido cumplido para terminar, en parte, con esa profunda preocupación que siempre me produce su ministerio.
Según percibo de lo que se desprende de sus comentarios, usted concibe la vida de un pastor como algo totalmente diferente a la vida de otros cristianos; y eso me preocupó en cierta medida por la salud de su servicio al Señor. La vida de un ministro del altar no es del todo diferente a la vida de otros hombres de fe. Es cierto que debemos enfrentar mayores desafíos y que tenemos mayores responsabilidades, pero ni el peso de los primeros ni las preocupaciones que engendran las segundas nos eximen de las vivencias áridas y estériles que muchas veces tiene que experimentar todo hijo de Dios. Por eso, el ser renovados constantemente es un mandato para todos los que creemos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, incluyéndonos los pastores; y eso, aun cuando muchas veces ni las circunstancias, ni las más íntimas fibras espirituales parecieran sernos favorables para la consecución de tal fin.
Me ha escrito usted algunos comentarios relacionados con mi última carta y me alegra saber que esta le ha resultado beneficiosa. La alegría que me produce esa noticia ahoga, en cierta manera, la inquietud que me produjo leer acerca de esa “Muy profunda esterilidad ministerial” de la cual me habla en su último escrito.
Aunque, a decir verdad, esperaba que me escribiera usted algún día sobre ese aspecto. No conozco ningún cristiano, incluyendo a los líderes y a los ministros, que alguna vez no haya experimentado un profundo sentido de sequía espiritual y esterilidad en su ministerio.
Todo verdadero hombre de Dios ha expresado alguna vez las mismas frases que me ha escrito usted:
“Tantas veces le he pedido perdón al Señor pues sé que no estoy llevando ante su altar el fruto que de mí espera… Él ha visto mi esfuerzo y mi dedicación y, sin embargo, ha visto también el fracaso que ha seguido a mis esfuerzos… Me siento vacío, estéril… ¡Si Él me renovara! ¡Si Él me hiciera reverdecer!
Al leer esas líneas, nuevamente he llegado a la conclusión de que pude, perfectamente, haber firmado esa carta suscribiendo así cada uno de sus pensamientos, cada sentido de sequía y esterilidad, y cada deseo de reverdecimiento y de renovación que hay en su corazón.
Es por eso que decidí responderle escribiéndole acerca de un episodio bíblico que ha sido como un bálsamo para mi corazón herido cada vez que me he visto envuelto en semejantes circunstancias.
Trate de recordar ahora un poco la vida de Aarón. No es cosa difícil la que le pido. Al hacerlo, casi todos evocamos la figura de ese extraordinario hombre de Dios, sirviendo de intérprete a su hermano Moisés, hablando a Faraón y diciéndole que dejara libre al pueblo de Israel, o echando su vara delante de Faraón y de sus siervos mientras esta se convertía en una serpiente, o levantando las manos de su hermano Moisés mientras este oraba en la cumbre de un monte.
Tal vez también recordemos sus momentos menos radiantes; como aquella ocasión cuando al notar que su hermano tardaba en descender del monte en medio del cual Dios le hablaba, aceptó la propuesta de un pueblo inclinado al mal que le pidió que les fabricara dioses que fueran delante de ellos. E inevitablemente recordamos que de no haber sido por la intercesión de Moisés, Dios le habría destruido.
Por eso quiero escribirle acerca de ese hombre; porque su vida esta tejida con hilos blancos y con hilos negros, con hilos de oro y con hilos de barro. Es tan real, tan cercano a nosotros. Su vida se encuentra tan lejos de esa falsa “perfección” que quieren aparentar muchos líderes modernos. Es tan espiritual y tan humano, tan santo y tan lleno de equivocaciones, que su vida nos seduce, nos atrae, nos arrastra como un río, hacia un mar de inspiración, de consuelo y de aliento.
¿Recuerda usted la actitud de Coré, Datán, Abiram y On contra este hombre? En Números 16:3, la Biblia lo expresa así:
“Y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿Por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?”
Aarón fue un hombre desestimado. Coré, Datán, Abiram y On, así como aquellos que le seguían, no apreciaron los sanos propósitos de su corazón. Realmente no eran suyos, eran los propósitos de Dios. Aarón solamente los interpretaba, los asumía, los aceptaba. No fue suya la idea de ser un líder en medio de su pueblo, sino de Dios cuando dijo a Moisés:
“Mira, yo te he constituido dios para faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel”. (Éxodo 7:1-2).
Por eso, Aarón asumió esa posición y realizó esa misión. Fue una misión impuesta por Dios. Por eso, Aarón no sólo asumió y aceptó esos propósitos en su vida, sino que se presentó con ellos delante de toda una nación y los defendió. Eso fue lo que nunca entendieron sus adversarios. Lo juzgaron mal; lo desestimaron, lo deshonraron delante de todos. Aarón fue un hombre desestimado. En opinión de muchos, otros tenían gran valor, Aarón no. Él tenía la Palabra de Dios, el deseo de Dios, la voluntad de Dios, el propósito de Dios. El pueblo, sin embargo, lo desestimó.
¿Recuerda usted, hermano, cómo reaccionó Aarón? Déjeme recordarle: bajo la más completa indefensión. No alzo su voz, no trató de aclarar nada, no levantó su mano, no discutió, no argumentó. Su hermano menor, viendo tal situación, dijo a sus detractores:
“… Pues Aarón, ¿Qué es, para que contra él murmuréis? (Números 16:11).
Y después, volviendo el pueblo a levantarse en contra de Moisés y en contra de Aarón, la gloria del Señor descendió sobre Su tabernáculo y dijo Dios:
“Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento”. (Números 16:45).
¿Recuerda lo que sucedió entonces? Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros. Y Moisés le dijo a Aarón:
“Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado”. (Números 16:46).
Y entonces vemos a este hombre humilde y desestimado ejerciendo un ministerio sublime y lleno de gloria. Quizás pocas veces en la Biblia se menciona algo parecido a lo que este hombre hizo en esta oportunidad. Me parece verlo con su humilde figura y el incensario en su mano derecha avanzar en medio de las sombras de la muerte. Creo ver la luz de su incensario y el blanco humo que sube de él para apaciguar la ira de Dios. Le veo llorar al ver morir a su pueblo, ese pueblo que le ha humillado, desestimado y ofendido. Casi puedo escuchar su voz como un gemir delante de Dios intercediendo por la nación. Él, que no era digno según ellos, era el único que podía interceder por ellos ante Dios. A veces grita, al tiempo que agita su mano, desesperadamente, esparciendo el santo humo que puede salvar a sus enemigos. A veces, impresionado al ver tantos muertos juntos, a su alrededor, inclina su rostro y ora. Y entonces, lentamente, la muerte comienza a alejarse de él y de su pueblo. A la distancia, el furor parece despedirse definitivamente y él queda sólo entre los suyos. Baja el incensario, se deja caer, exhausto, sobre la tierra. No escucha a nadie, no escucha los gemidos de los que han quedado vivos para enterrar a sus muertos, no escucha el llanto y los gritos de dolor y quebrantamiento. Sólo sabe que en verdad Dios le ha escogido. Sólo sabe que él es el sacerdote escogido por Dios.
En la próxima oportunidad seguiremos platicando sobre esta en la Segunda Parte.
Afectuosamente, su amigo,
José Ramón Frontado.
(Un pastor que también ha vivido tiempos de sequía espiritual)
frontado@cantv.net
o
j.r.frontado@gmail.com
DIOS LE BENNDIGA ES CIERTO HRMANOS MUCHAS DE LAS VESES LLEGA ALAS CONGREGACIONES ESA SEQUIA QUE SIENTE EL PASTOR PORQUE SE CONTRISTA AL ESPIRITU SANTO DE DIOS MUCHAS DE LAS VESES DEJAN ENTRAR EL espiritu de desmotivacion que penetre en su vida no Oran no ayunan no se unenen en clamar en el Espiritu buscando la presencia del altisimo dice el salmo 95.6.7 Venid ,adoremos y postremonos arrodillemonos delante de Jehova nuestro acedor porque el nuestroDios y nosotros el pueblo de su prado y ovejas de su mano Orar ,ayunar ,clamar siempre fluiran en nuestra vida rios de agua viva todo aquel que no Ora no ayuna se muere hnos nos dice el señor en Mateo .17 .21 Pues esta generacion no sale sino con Oracion y ayuno la oracion es el alimento del alma orar en todo momento dice el sñor cuado te levantes cuando andes en el camino cuando te acueste Orar en todo tiempo yjamas te secaras Amen
GRACIAS HERMANO POR ESTA REFLEXION
REALMENTE ES LO QUE ME ESTA PASANDO Y COMO TU DICES LE PASA A TODO HIJO DE DIOS
REALMENTE ME MOTIVA A CONTINUAR LUCHANDO
GRACIAS
DIOS TE BENDIGA
Muchas gracias, por el mensaje de aliento que nos deja la historia de moises y Aaron, verdaderamente hay que haber vivido y sentido el menosprecio y quisa la verguenza, y el no sentirse valorado…..perdon no estoy escribiendo de las personas que no conocen a Cristo, escribo de las personas que lo conocen, y muy bien dirian algunas, pero como dice el mensaje, Aaron obedecia a su hermano, quisa con su mente nublada, pero caminaba con su insienso, quisa sin entender dentro de si, todo lo que le estaba pasando, pero sintiendo en lo mas profundo de su corazon, que nuestro Dios tiene el control de todos nosotros….y sino no lo hubiese hecho, y eso nos anima a seguir adelante, quisa para el hombre parece fracazo, pero para lo que lo hemos vivido verlo a Dios, lleno de amor, lleno de misericordia y bondad.
Que Dios permita hacer la labor de Moises….para decirle a aquel hno. o hna. sigue adelante, camina, no te quedes, y estaremos construyendo y fortaleciendo el cuerpo de Cristo.
Maravillosa esta reflección llegó justo en el momento que la necesitaba, trajo refrigerio a mi vida y mucha paz a mi corazón,realmente debemos acudir siempre a su palabra para encontrar la fortaleza y el refugio que Dios nos ofrece a traves de ella.
Gracias por sus reflecciones nos edifican y motivan para continuar por el camino que nos ha trazado Dios.bendiciones y estaré a la espectativa de la continuación.Les amo en el Señor.
Realmente es de mucha vendicion esto que he leido hoy, y nos da mucha luz aserca de la vida espiritual de los pastores, yo estoy a cargo de una mission aqui en PUERTO PEÑASCO SONORA MEXICO y me fortalese el ministerio de ustedes, adelante sigan siendo una vendicion para todos los que estamos siguiendo todos los dias ,estas hermosas reflecciones VENDICIONES